Capítulo 17

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Capítulo 17
- ¿No crees que esa pared se ve muy vacía? – me preguntó Theo mientras yo limpiaba vigorosamente los ventanales del centro.
Aparté un mechón de pelo de mi cara y lo miré curiosa. Con rapidez y sin detener el lápiz un hermoso dibujo tomaba forma en su cuaderno. Observé la pared a la que se refería y un suave color azul igual al que llenaba las otras paredes del centro se burló de mi.
- El celeste es muy hermoso. – respondí mientras volvía a mi ardua tarea.
Era día de quimioterapias, fisioterapias y chequeo básico en el centro. No todos los pacientes debían pasar por todos esos tratamientos pero según sus padecimientos debían ser atendidos al menos un par de veces por semana. Aparte de visita de la psicóloga que estaba acomodada por turnos durante esta.
Debido a esto el ambiente era sumamente tranquilo ya que se usaba la parte trasera como clínica dividida en pequeños consultorios. Theo tenía cita con la fisioterapeuta al final de la tarde por lo que se había quedado a hacerme compañía esa mañana.
Había visto como sacaba su caja de lápices y se disponía a acompañarme. Algo que me había provocado auténtico placer ya que su compañía siempre era muy entretenida y divertida. Terminé de secar la ventana y caminé hacia la siguiente cargada con un cubo, quitamanchas y un par de paños escuchando a mi amigo que me seguía.
- Creo que sería mejor si fuera un poco más colorido ¿sabes? Muchos de estos niños viven aquí y el mismo color monótono de siempre no parece darles la bienvenida. Necesitan algo que pueda alegrarles el día cada vez que lo vean, no que les recuerde al hospital donde están recluidos.
Voltee a mirarlo con mi corazón latiendo cada vez más rápido. Solo Theo podría ponerse a pensar en algo así, contando que el mismo vive aquí y queriendo que los demás también sean felices. La idea me pareció una de las mejores que había escuchado nunca y sonreí suavemente.
- Me parece perfecto Theo. – sonrió emocionado y aquellas estrellas que a veces podía contemplar en sus ojos deslumbraron destellando desde el fondo estos dotándolos de un aire celestial.
- ¿Qué crees de esto? – mostró su pequeña agenda y un jardín lleno de flores y knomos que paseaban junto a pequeños animales apareció frente a mi. Pintaba increíblemente y no dudaba de que el dibujo les encantaría a todos.
- Es fabuloso. Pero ¿crees que te dejarán dibujar en una de estas paredes? – sus ojos tomaron un brillo pícaro al igual que su sonrisa y supe que estaba tramando algo y que nadie impediría lo que intentaba hacer.
- Bah. Por eso no te preocupes. – dijo despreocupadamente con un gesto encantador. – ¿Cuando me han negado nada a mí ?
Reí sin poder evitarlo pero no le quité razón. Theo tenía la capacidad de agradarle a todos y conseguir lo que quisiese de ellos.
- ¿Me ayudarás? – dijo mirándome con una intensidad aplastante en forma de petición.
- Por supuesto. Yo tampoco podría negarte nada. – respondí en tono jocoso y me maravillé con la agradecida sonrisa que me dedicó.

Hecha Pedazos: Memorias de una Chica RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora