Se que no he actualizado Una Nueva Oportunidad, pronto lo haré solo son muy largos los capítulos y casi no me da tiempo hacerlo, pero pronto lo haré, no se preocupen.
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Lisa se despertó sola.
Y eso era raro, porque juraría que no estaba sola cuando se durmió, agotada, varias horas antes.
¿Algo sobre una cantante...? Ah, sí, ¡Ruby Jane! Jennie Ruby Jane, como la cantante.
De mediana estatura y con unas curvas para morirse, con una mata de pelo ondulado castaño y los ojos de un marrón oscuro preciosos. Extraños e hipnotizadores ojos con un enigmático brillo.
No era que le interesaran sus secretos. Jennie había sido una simple distracción, un medio para olvidar el pasado y todo el dolor que significó el día anterior. Había buscado olvidar, divertirse, y la presencia de Jennie Kim se lo había permitido. Por lo menos, durante unas horas.
¿Y dónde estaba ella? Fuera seguía oscuro, y las sábanas revueltas seguían calientes: hacía poco que se había ido.
Frunció el ceño al pensar en su desaparición: ¡ese privilegio solía ser suyo! Vino, una cena y una mujer en la cama, pero sin complicarse, y mucho menos dejarla entrar en su mundo privado. Claro que eso era un poco más difícil cuando la cama era la suya.
Porque ella no vivía sola, recordó Lisa. Así que después de la cena la había llevado a su piso, rompiendo sus propias reglas, para tomar una copa... y otras cosas.
En realidad rompió dos reglas, recordó con una mueca, ya que Jennie trabajaba para ella, en la Galería Manoban de la planta baja.
Pero problemas desesperados requerían soluciones desesperadas y por eso había llevado a Jennie a su casa ante la necesidad de perderse en la belleza de su cuerpo perfecto de largas piernas. Y lo había hecho. La había deslumbrado, embrujado por no ser una de esas mujeres sofisticadas con las que mantenía un breve encuentro, además de por la excitación de la noche pasada. Su dolor había quedado anestesiado, incluso borrado.
Lisa gruñó al recordar lo del día anterior, se sentó en la cama, intentando borrar de su mente la tórrida escena de sexo, y salió de la habitación dando la espalda a las sábanas revueltas.
Se paró en seco al comprobar que, después de todo, no estaba sola.
Jennie, salía de la cocina con un vaso de agua en la mano, su desnudez quedaba oculta únicamente por la larga mata de pelo que le llegaba casi hasta la cintura.
Lisa sintió de inmediato despertarse su deseo al ver su cuerpo bronceado de largas y suaves piernas, caderas y cintura de sexys curvas, pechos firmes y pezones erectos. Pedía a gritos que la besaran, otra vez.
Se había fijado en ella hacía unos meses en la galería. Su belleza era tal que no podía evitar destacar. Pero hasta el día anterior no había hablado con ella.
Y la deseaba de nuevo. Otra vez.
-¿Qué haces? -preguntó con voz ronca.
Jennie se quedó sin habla al verla. No estaba segura del todo de cómo había acabado en el apartamento de Lalisa Manoban. En su cama. En sus brazos.
Se había sentido atraída por ella desde que la vio. Enamorada, o más bien excitada, reconoció tristemente al recordar cada beso y caricia de la noche anterior, completamente a su merced desde el instante en que Lisa la tomó en sus brazos.
O tal vez ya estuviera perdida antes...
La carismática Lisa Manoban era la dueña de una galería de arte en Londres, donde ella trabajaba, además de otras dos, en París y Nueva York. Su tiempo lo repartía por igual entre las tres y tenía apartamentos encima de cada una de ellas.
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Not Too Late
FanfictionAquel día, Lisa solo buscaba algo que la hiciera olvidarse de los dolorosos recuerdos, sin embargo acabó encontrando una segunda oportunidad. Pero, algunas veces, el orgullo nos ciega de tal forma que somos incapaces de distinguir lo que de verdad e...