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Lisa observó la expresión de horror que apareció en el rostro de Jennie al comprender lo que ella acababa de decir.

No era una reacción muy halagadora a su propuesta de matrimonio. Y desde luego, no era la respuesta que Lisa esperaba. La mayoría de las mujeres en la situación de Jennie habrían aceptado casarse con ella encantadas. A Jennie parecía que le acababan de insultar.

Si iban a casarse y tener un hijo, tendrían que tener algo más en común que el bebé. De lo contrario resultaría un desastre, un campo de batalla continuo. Incluso si el motivo para casarse no era el amor.

—Vamos, Jennie—le reprochó burlonamente— No será tan mala idea. Ya no tendrás que volver a trabajar. Podrás gastarte todo el "dinero Manoban"que quieras para decorar mis apartamentos si no te gustan —miró a su alrededor reconociendo que su piso no tenía esa calidez de hogar— O podemos comprar una casa —se le ocurrió de repente—Para el bebé será mejor tener un jardín en el que jugar...

—¡Para, Lisa! —la interrumpió Jennie — ¡Déjalo ya! No voy a casarme contigo...

—Claro que sí —aseguró Lisa.

—No lo haré —dijo ella con firmeza.

—Sí lo harás —insistió la rubia, controlando su ira.

—¡No! —Jennie sacudió la cabeza con decisión— No quiero casarme contigo. ¡No te conozco! Ni tú a mí tampoco —razonó— ¡Y lo que conoces de mí no te gusta!

—No te preocupes, me conformaré con mi parte del trato —Lisa recorrió detenidamente la fina silueta de la morena y se fijó en los duros pezones que se marcaban a través de la ajustada camiseta.

Jennie la miró desesperada, sabiendo que Lisa hablaba únicamente del plano físico. Las dos habían resultado compatibles en ese aspecto aquella noche que pasaron juntas, pero eso no tenía nada que ver con el compromiso de un matrimonio y una convivencia. Lisa sólo pensaba en las noches, no en los días, semanas y años de convivencia.

—Creo que a ti también te parecerá bien, Jennie —murmuró mientras se levantaba y se acercaba a ella— ¿Te importaría demostrarme cuánto te gustará?

—No —Jennie retrocedió un paso, espantada al adivinar lo que Lisa se proponía. Ella sabía de sobra que le iba a gustar, ¡y MUCHO!

Lisa hizo caso omiso de su tímido intento de protesta. La tomó en sus brazos y bajó la cabeza buscando sus labios.

Jennie se sentía derretir, sin defensa posible contra esa boca y esas manos, y sintiendo crecer el calor entre sus muslos. Sus sensibles pechos se apretaban contra los de Lisa. La boca de la rubia atrapó con avidez la suya, bebiendo de ella y saboreándola. Su húmeda lengua se movía sensualmente contra los labios de Jennie, antes de hundirse en su oscura cueva.

Jennie se sintió invadida de un ardiente deseo, eliminando de golpe su resistencia. Los labios y la lengua de Lisa inundaban de calor su garganta y sus manos arrancaban impacientes la camiseta. Acarició con su lengua uno de los erectos pezones, mordisqueándolo delicadamente, y bajó su mano a la entrepierna para acariciarla justo ahí y consiguiendo, incluso a través de los vaqueros, que se estremeciera de placer. La deseaba... la necesitaba...

Lisa le dio lo que necesitaba, su mano presionaba en el lugar preciso, entre las piernas de Jennie y presionó aún más cuando su boca se deslizó al otro pecho, chupando el pezón y mordisqueándolo al mismo ritmo que su mano la acariciaba ahí hasta hacerla enloquecer.

Jennie ya no podía más. Estaba a punto de estallar. Sentía aumentar el placer hasta desbordarla y al fin se liberó con largas sacudidas de un placer tan profundo que casi era dolor. Se derrumbó débilmente contra ella mientras Lisa besaba sus pechos dulcemente y las manos de la morena se enredaban en la dorada espesura de sus cabellos.

Not Too LateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora