~•Bajo fuego•~

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Su camisa se desliza suavemente, despegándose de su cuerpo. Su torso esta definido, con los músculos levemente marcados y su piel tersa y tostada. No puedo más que impresionarme. No necesita sacarse los pantalones, puedo predecir el perfecto contorno de sus glúteos y piernas. Aún así ansío contemplar la totalidad de su desnudez. Las líneas de su pelvis saliendo de su pantalón me resultan extremadamente tentadoras.

Justo cuando ya creo no poder aguantar, una sonrisa voraz adorna su rostro de facción firmes y deliciosas. Su cabello caoba esta despeinado, sus ojos verdes brillan en lujuria y sus labios me llaman. Mi paciencia se termina.

Aún totalmente vestida me lanzo a por sus tentadores labios y los ataco con fiereza. El impulso lo sienta en la cama y yo estoy en su falda. Nos consumimos en fuego. Con firmeza toma mis glúteos, haciendo que mi pelvis se pegue a su erección. Me muerde el labio y en un gemido aprovecha para invadir mi boca con su lengua. Luchamos por el control en una ardiente batalla de la cual no pienso desistir. Mis manos abandonan su nuca y comienzan a deslizarse por todo su abdomen, mientras las suyas se cuelan debajo de mi vestido tratando de quitarlo.

Corto el beso y mirando a sus ojos me pongo de pie, quitándome el vestido con parsimonia. Se que lo que la visión de mi desnudez provoca en él. Cuando quedo solo en mi lencería traslúcida, me pongo de rodillas y comienzo a quitarle el pantalón. "Accidentalmente" rozo el gran bulto entre sus piernas mientras le bajo la bragueta y desabrocho el botón de sus jeans. Rápidamente se los termino de quitar, si bien adoro como le queda, se verán claramente mejor en el piso de la habitación. Ahora está solo en unos boxers ajustados negros que dejan poco a la imaginación. Me relamo los labios y miro a su rostro con mirada provocadora, en sus facciones esta escrita la impaciencia. Siguiendo con mi tarea lo termino de desnudar y comienzo a recorrer su hombría con mi dedo indice, desde el glande hasta la base del tronco con lentitud. Escucho pequeños gruñidos y apenas conteniendo una sonrisa me vuelvo a parar.

Con suavidad me quito los tacones, las medias de encaje negras, las bragas a juego y el sostén. Nuevamente siento su mirada recorriéndome. Para su sorpresa me vuelvo a poner de rodillas antes su ya muy hinchada virilidad. Una verdadera vista asombrosa. No me resisto al banquete frente a mi y lo tomo entre mis manos, las deslizo por todo el tronco y comienzo a lamer su pene. Le dedico una mirada inocente a mi acompañante, lo que parece incentivar el oscuro placer en sus ojos. Con rapidez lo meto por completo en mi boca y escucho un nuevo gruñido ronco, más fuerte esta vez. Asiendo, succionando desde la base y con gran lentitud. Siento su miembro palpitar. Vuelvo a mirar a sus ojos y sin quitar la vista comienzo a subir y bajar, jugando con mi lengua alrededor de su miembro. Siento como comienza a incharse y se lo que viene. Aumento la velocidad. El parece no aguantar y me toma del cabello para marcar un ritmo frenético y profundo en mi garganta. Una explosión de semen se libera en mi boca y me trago todo.

Una pequeña gota se escapa por la comisura de mis labios y el la atrapa de forma sugerente con su dedo. Lo lamo con premura y me vuelvo a sentar en su regazo. Apreto mi pelvis a la suyo y comienzo a mover mis caderas lentamente, trayendo a la vida a su hombría otra vez.

De pronto me pega a su cuerpo, cada milímetro de piel en contacto. Sus labios se acercan a mi oído y escucho su voz ronco en un susurro sensual y amenazante.

"Eres una niña muy golosa, te has portado muy mal, mi reina"

Si es posible me excito aún más, volviéndome consiente del calor de su piel contra la mía y lo hermoso que se siente. Dejo escapar un suave siseo entre mis labios. En un movimiento me veo acostada boca arriba sobre la cama y lo tengo a el gateando cual depredador hacia mi cuerpo. Sus ojos verdes parecen afilarse y clavarse en los míos. Por un momento me pierdo en la variedad de tonos. Ahora son tan expresivos, la lujuria y el deseo los dominan por completo, muy opuesto frío veneno usual.

Antes de que me de cuenta esta sobre mí y su sexo rosa mi pelvis, muy cerca del mío. La tensión sexual aumenta y vuelve a dirigir sus labios a mi oreja.

"Voy a tener que castigarte"

Y entonces me penetra con brusquedad, por un segundo toco el cielo. Su pene sale y entra de mi vagina con velocidad y fuerza. Mis manos se aferran a su pelo y nuca y con violencia reclamo sus labios mientras acompaño sus penetraciones con mis caderas. Gruñidos escapan de sus labios y yo intento retener mis gemidos, hasta que me muevo y se hunde con potencia. Toca mi punto más sensible y mis ojos se desencajan, el placer me invade a oleadas y no puedo más que aumentar mi ritmo, ansiosa por la liberación. Notando mis gemidos, el dirige su lengua a mis pezones mientras aún me sostiene com firmeza por la cintura. Una nueva oleada de placer me inunda y comienzo a mover mis caderas con más fuerza, buscando retribuirle. Siento como su pene se ensancha en mi interior. Segundos después su líquido se libera con potencia dentro de mi y me vengo con él, su boca mordiendo mi pezon.

Aún lo siento palpitar y se que no ha terminado, dos pueden jugar a este juego. Ansiosa, lo acuesto sobre la cama y me siento sobre él. Nuevamente veo su sorpresa, seguida rápidamente de un brillo de exitación. Muevo mis caderas de atrás para adelante y el coloca sus manos en ellas, intentando guiarlas. Le tomo las manos por las muñecas y se las coloco sobre la cabeza, ahora esta a mi merced. Cambio el movimiento por uno circular y cuando siento revivir a su miembro comienzo con lo intenso.

Aún apretando sus muñecas contra el colchón comienzo a subir y a bajar.

-Vas a tener que luchar si quieres el control, mi rey- le susurro entre gemidos.

Intenta liberar sus manos, pero tengo mi peso apoyadas en ellas. Entonces comienza a seguir mi movimiento con violencia. Arriba y abajo, arriba y abajo. Siento como si su hombría me empalase cuando con uno de sus movimientos toca mi punto sensible.

-Veamos quien cae primero, reina- me replica al oír mis gemidos.

Libero sus manos que automáticamente van a mis caderas, haciendo el ritmo aún más brutal. Siento como su pene se mueve en mi interior y es maravilloso. Me dejo ir por el placer y siento la dureza con la que golpeo su pelvis. Esto va a dolernos mañana, pero la siguiente corrida me indica que vale la pena. Su líquido me llena, y me maravillo con la satisfacción que me provoca.

Me desmorono a su lado y el me toma entre sus brazos, recostándome en su pecho. Nos tapa con la fina sábana y allí me duermo, una reina acunada en los brazos de su rey, ambos acabados después de una batalla bajo fuego.

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