CAPÍTULO 46

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—Dijiste que Yan Bei era una utopía, el lugar más libre y próspero del mundo.

Dijiste que todo lo que hiciste fue por la continuidad de las generaciones futuras, pero te equivocaste. Estabas completamente equivocado. Destruiste a Yan Bei y a ti mismo, junto con la familia Yan.

Durante mis 8 años en Zhen Huang,
sobreviví a todos por mi confianza en ti y por los sueños que abrigaba. Sin embargo, cuando volví a Yan Bei
después de pasar por tanto, no sabías lo decepcionado que estaba.

Yan Xun estaba sin emociones. El palacio quedó envuelto en silencio.

Miró en silencio el retrato de su
padre mientras continuaba:

—Hay paredes por todas partes. Hace frío. Sin embargo, te aislaste y construíste tu propia utopía entre las grietas. ¿Sabes lo ingenuo que era esto? Por eso, el emperador no pudo tolerarte más. El mundo no pudo tolerarte más. Incluso tus subordinados te traicionaron, porque no eras lo suficientemente poderoso
como para completar incluso lo que el emperador no podía.

> Padre, maté al señor Wu y Lady Yu porque aun acarreaban tus últimos deseos. Se convirtieron en obstáculos para mi progreso. Les di oportunidades, pero no las atesoraron. Mate a Huanhuan porque Da Tong la señalaba como su nueva líder. Siempre que ella anduviera alrededor, Da Tong no moriría. Maté a mis propios subordinados porque estaban ciegos, y aún así mantenían unos puestos tan altos. Maté a mucha gente.

Estoy más cerca de mis sueños hoy. —Yan Xun alzó la mirada y vació otro vaso de vino. Lo rellenó y vertió
su contenido al suelo mientras murmuraba palabra por palabra—: Padre, no seré como tú.

Yan Xun se puso de pie cuando se giró para irse; la parte inferior de su atuendo rozó el suelo, barriendo el polvo en el aire. Estaba tranquilo mientras daba pequeños pasos, cada uno de los cuales reflejaba su determinación. La luz de las velas brillaba sobre su cuerpo, formando una larga sombra.

Los santuarios de los guerreros de Yan Bei estaban detrás de él, compuestos por sus padres, sus hermanos, sus antepasados, los súbditos leales de la nación, el Señor Wu, Lady Yu, Xiaohe, Huanhuan, Biancang, Xirui, AhDu, los líderes del Ejército de Xiuli que se habían sacrificado mientras defendían a Beishuo, como Wu Danyu y Feng Ting... Muchos pares de ojos parecían mirarlo mientras salía del palacio paso a paso, mientras abandonaba el lugar donde residían todas las almas muertas.

Sus pasos eran firmes y no mostraban ningún indicio de remordimiento o vacilación. Sus ojos eran de un tono negro cuando los vientos fríos le dieron la bienvenida.

Recordó la noche en que abandonó Zhen Huang, cuando AhChu regresó desinteresadamente para rescatar a los soldados de la Guarnición del Emisario del Suroeste que estaban atrapados en la capital.

Quizás, desde ese momento, él había predicho que las cosas habrían resultado de esta manera. Sus aspiraciones y creencias eran diferentes e irreconciliables, lo que significaba que estaban obligados a distanciarse más a medida que caminaban por caminos diferentes. En última instancia, había un precio que pagar para lograr los sueños
de uno.

El precio que había pagado era que ya no era el hombre que ella había imaginado que sería.

Comenzó a sentirse débil por todas partes, pero reprimió estos sentimientos despiadadamente sin
pensar más.

AhChu, cuando te giraste para irte, supe que estabas destinada a no seguirme en esta vida. Estabas
destinada a caminar por el sendero moralmente recto, mientras que yo no podría distanciarme de la vida del
derramamiento de sangre. No pude volar contigo, por lo tanto, quería romper tus alas para mantenerte a mi lado. Sin embargo, todavía he fallado.

—AhChu... —La voz baja hizo eco en el gran palacio.

El hombre estaba de pie junto a la entrada mientras la fría y pálida luz de la luna brillaba en su rostro,
coloreando un tono de blanco. Cerró los ojos lentamente y con calma, frunciendo el ceño mientras
reflexionaba solemnemente.

—AhChu... ¿todavía volverás?

Continuará

♥️♥️THE LEGEND OF CHU QIAO (TOMO 8, FINALIZED)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora