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Mis recuerdos con él siguen aún intactos, de ninguna manera podría olvidar el día en que sus ojos se cruzaron con los míos después de esa conexión tan fuerte que nuestras almas tuvieron. Mi memoria aún recuerda como latía mi corazón de manera desenfrenada mientras observaba como el ocaso se hacía presente al igual que mis nervios. El encuentro era en la tarde, por lo cual estuve el día completo deseando en que llegara ese momento y poder romper esa ansiedad que me absorbía el cuerpo.

Aunque el día parecía tortuoso lo que vendría después pagaría todas aquellas dudas y miedo que recorrían mi cabeza. El momento estaba cada vez más cerca y cada paso que daba a ese destino mi corazón y sus latidos eran presurosos, sin embargo al detener mis pasos y subir la mirada me encontré con la sensación más bella que mi cuerpo experimentó. Nuestras miradas se encontraron por primera vez y puedo jurar que sentí mi felicidad y la suya mezclarse en una gran euforia. Mientras él bajaba las escaleras intenté acercarme más a nuestro encuentro, pero enseguida sentí como mis pies estaban congelados del miedo y de los nervios. 

Lo próximo que sentí fue un cálido y largo abrazo de su parte, fue en ese momento en el que confirmé que lo que estaba sintiendo era real y era muchísimo más fuerte de lo que yo esperaba. Tras ese momento mi mente no estaba ni cerca de ser consiente del daño que en el futuro me estaba esperando. 

Nada se rompe como un corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora