Entre tu mundo y el mío.

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-Finalmente llegó...

Kirishima sonrió del alivio. Finalmente habían liberado a su doble y ahora Bakugou Segundo no tendría por qué seguir estando triste, tomando aquella tierna y cálida escena de reencuentro entre ellos como una de las primeras buenas señales de aquel camino que aún recorrían.

Kirishima pensó que jamás volvería a salir de aquel encierro, temiendo que jamás volvería a ser capaz de ver por última vez a Bakugou desde la pelea que tuvieron en su mundo antes de llegar hasta en el que ahora se encontraban. Incluso si sabía que el protagonista de aquella pelea fue él, no pudo evitar sentirse feliz y aliviado una vez Bakugou corrió a recibirlo aun sabiendo lo que ocurrió.

Pero eso ya no importaba por el momento, ahora sólo quería tener un poco de paz junto a él durante el tiempo que fuera posible, temiendo quizá que aquellas extrañas personas volvieran a encerrarlo lejos de donde se encontraba en ese instante junto a Bakugou.

-¡Mi Rey, debe ordenarles a esos hombres que no vuelvan a encerrarme injustamente! –Exclamó el pelirrojo su petición a Bakugou Segundo refiriéndose claramente a los policías. –Espere...

Pero toda su preocupación pasó de los policías en cuanto notó todas las heridas cubiertas y aún sin cubrir que había sobre distintas partes del cuerpo de su rey, comenzando a sentir cómo el enojo le subía a la cabeza, pensando con rabia quién de aquellos desgraciados se había aprovechado de su ausencia para hacerle daño de esa forma.

Un rápido vistazo por la habitación logró dar con el sujeto, clavando sus ojos sobre nadie más que la otra copia de Bakugou, el joven de las explosiones que no tardó en entender lo que sucedía, comprendiendo que esa lagartija se había cabreado por notar a su "princeso" todo golpeado y que ahora iba a matarlo. -¡Fuiste tú...!

En un abrir y cerrar de ojos el joven dragón ya se encontraba a tan solo metros de su objetivo, preparado totalmente para pedir explicaciones y usar su fuerza bruta como respuesta a lo que aquel desgraciado había hecho en su rey.

Sin embargo, el joven dragón no se iría limpio ni victorioso en caso de que se atreviera a ponerle una garra encima a Bakugou, ya que primero tendría que pasar por el cadáver de quien ya lo esperaba para recibirlo a él y a su par de espadas. Alertado por la amenaza Kirishima no tardó en endurecer su cuerpo por completo utilizando su Quirk, levantándose del sillón sin importarle su lesión, preparado para defender y contraatacar en caso de que ese sujeto terminara yendo en serio.

-Si te acercas, te rompo la cara.

El joven dragón se vio sorprendido ante tal transformación, pero aquello no fue suficiente como para obligarlo a retroceder, provocando de esta forma todo lo contrario. – ¡Si así lo quieres! –Aceptó el combate dejando al descubierto sus alas y cuernos que emergieron de su cuerpo en cuestión de segundos.

-¡Esta no me la pierdo! –Dijo Kaminari ansiosamente sacando su celular para comenzar a grabar lo que para él sería la pelea del año.

-¡No seas imbécil, Kaminari! –Pero Jirou de una bofetada mortal en la cabeza lo hizo recapacitar y volver a guardar el artefacto.

Como si de un sexto sentido se tratara, Aizawa-sensei llegó al edificio rápidamente para detener la fiesta que allí dentro se llevaba a cabo. Con la ayuda de sus vendas logró alcanzar al joven dragón y detenerlo, así como también pudo apagar el Quirk de Kirishima y propinarle una cachetada en la nunca a Bakugou Segundo por creer él podría ser el culpable de que todo haya terminado de esa manera.

-¡¿Por qué a mí?! –Se quejó Bakugou Segundo cubriéndose la cabeza.

-Es intuición pedagógica. –Respondió el profesor pasando del joven. Después de todo, no era su culpa que aquel instinto siempre se activara sólo y cuando se trataba de Bakugou, mismo instinto que jamás se equivocaba y que en ese momento no iba a discriminar lugares de origen.