Violinist

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AU.

———

Quién diría que aquel sueño que parecía imposible ahora se estaba volviendo realidad.

Y ahí estaba Yashiro Nene, inclinada, con un violín entre manos, frente de miles de personas, las cuales lanzaban flores —la mayoría rosas rojas—, gritaban de emoción, otras aplaudían, e incluso, algunas lloraban.

Una persona destacaba del resto, su amigo de toda la vida, mismo que la habían acompañado a lo largo de su inmensa carrera. Pero claro, sólo uno de sus amigos estaban ahí, faltaba la más importante, Akane Aoi.

De los dos de sus más queridos amigos, ella era la que menos esperaba que faltase, y que no estuviera allí, en ése momento tan importantísimo de su carrera. Salió del escenario —un poco triste por la ausencia de aquella persona—, por uno de los lados, apartándose de la vista de toda la multitud.

Guardó el violín en su estuche, empezando a caminar con él. Mantenía la vista hacia abajo, mirando sus pasos, pues sentía como sus ojos eran humedecidos por las lágrimas que amenazaban con salir, y no quería que las demás personas la vieran en ése estado tan lamentable, a punto de llorar. Sus labios eran mordidos con fuerza, a causa de sus propios dientes, para así no emitir ningún sonido, ningún sollozo.

Escuchó el llamado de su gran amigo. No fué hacia él, en cambio, se apresuró a salir del edificio donde acababa de vivir su gran momento.

Ya se encontraba fuera, sin embargo no paraba de avanzar, sus pasos eran veloces, tan rápidos que parecía que corría. Y pues al ir a tal velocidad, sin ver a donde se dirigía, chocó contra alguien.

Cayó encima de esa persona. Se apartó enseguida, disculpándose una y otra vez. Lo primero que hizo fué revisar que su instrumento se encontrase en buen estado, y lo estaba. En todo el tiempo en que revisaba el violín no dejó de disculparse e inclinarse apenada, pero sin llegar a ver la cara de la persona que "atropelló".

—Está bien, está bien, no te preocupes —una voz, tranquilizadora para sus oídos, empezó a decir; la voz de un chico.

A su vez, una mano se poso en su cabeza, supuso que fué la mano de aquél chico. La de cabellos crema levantó su mirada con lentitud, topándose con el rostro de ése ser. Su cara iluminada perfectamente por los rayos del sol, haciendo brillar esos ojos ámbar. Los pétalos de cerezos cayendo, creando una escena mágica, de película. Yashiro sentía como si el tiempo se detuviera, como si las demás personas desaparecieran, como si sólo estuviesen ellos dos.

La cara tranquila de esa persona se tornó en una de preocupación.

—Oye, ¿tú estás bien? —cuestionó con total inquietud.

Ahí fué cuando Nene se dió cuenta de su actual situación: su cara empapada de lágrimas e hinchada. Se maldijo a sí misma por no haberse limpiado antes.

—Si, si lo estoy —habló con rapidez, pasando una mano por sus ojos, secándolos—. Soy Yashiro Nene, un gusto —dijo, intentando cambiar de tema, para que no le preguntara por qué lloraba.

—Yugi Amane —respondió el otro, sonriendo y entendiendo, de alguna manera, que ella no quería contarle que le pasó.

Lo que ninguno de los dos sabía era que acababan de comenzar una valiosa amistad, o quizás… algo más.

One-Shots HananeneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora