Dedicado a dihval
El autobús no me había dejado ni un poco cerca de la escuela, eran las 7:30 y apenas iba llegando; la entrada era a las 7:00, era mi primer día en una escuela nueva.
Los pasillos eran confusos y yo parecía loca corriendo con una mochila a medio caer, con un pantalón de mezclilla azul oscuro y una camisa blanca con flores, los mechones rubios de mi cabello caían libremente mientras corría.
-1A, 2F, 3G, 1B, 1C -eso no tenía sentido, ¡no estaban en orden!
-Ey, tú, rubia. -la voz de un chico interrumpió mi rápida caminata. Voltee y era un muchacho pelirrojo, alto con una blusa blanca, pantalones negros y chaqueta del mismo color. Tenía una sonrisa en su rostro, y para que mentir, era muy guapo -Estás perdida-no pregunto, afirmo, su voz era un tanto grave. Tenía un aura de ser el más popular -¿para qué salón vas?
-3D -respondí con algo de inseguridad, socializar nunca había sido mi fuerte.
Aquel pelirrojo se acercó a pasos lentos, su porte era de seguridad, su altura era de no más de 1.80, yo en realidad era una hormiga comparada con él.
-Genial -me sonrió mostrando su dentadura perfecta -yo también voy para allá.
Me indicó el camino y yo lo seguí.
Los pasillos del Blake College eran extensos y de color blanco.
Llegamos a una puerta color marfil. El pelirrojo tocó la puerta y un hombre de alrededor de 38 años abrió la puerta.
-Señor Flawles, tarde, como siempre. Y usted -el profesor me señalo- ¿quién es usted?
-Maia Crowel
-La alumna de nuevo ingreso -asintió- pase por favor.
Cuando pasé al salón todos los ojos de los alumnos fueron puestos en mí. El pelirrojo habló unos segundos más con el profesor y luego entró seguido del profesor.
-Bien clase -llamó la atención el maestro -ella es su nueva compañera de intercambio, Maia Crowel. Señorita Crowel, siéntese al lado de la señorita Lauper, Lauper, por favor levante su mano y ayúdele a la señorita Crowel a ponerse al corriente con la actividad.
Una chica de cabello negro y tez clara levantó su mano.
Camine a pasos lentos hasta ella. Me recibió con una sonrisa.
-Hola, soy Dalila. Toma -me pasó su libreta con apuntes de biología.
-Gracias -le devolví una sonrisa tímida. Su letra era muy linda, y su cuaderno estaba perfectamente ordenado. Copié lo mas rápido que pude el apunte y cuando terminé se lo devolví con un "gracias".
Teníamos cuatro horas de biología. En toda la clase me la pasé callada, como lo había dicho antes, socializar no es lo mío.
El timbre sonó y todos los alumnos salieron disparados a el receso.
-Puedo enseñarte la escuela, si quieres -ofreció la pelinegra mientras recogía sus cosas.
-Yo se la voy a enseñar -interrumpió nuevamente aquel pelirrojo, de haber tenido fuerza de voluntad le hubiese dicho que no, pero como no la tenía me quedé callada.
-Eder -pronunció con desdén- ¿escuchaste acaso que ella te lo pidiera? No -respondió ella misma.
Antes de que él pelirrojo pudiera decir algo, la chica me tomó del brazo y nos dirigimos a la salida.
Estando fuera del salón la chica habló.
-Perdón, creo que fui un poco grosera contigo, yo... no debí decidir por ti.
-Tranquila, está bien. Pero, ¿por qué respondiste así?
-Porque Eder Flawles es el peor chico de todo el instituto.
-¿Por qué?, ¿qué hace? -cuestioné
-Luego te cuento. ¿Quieres ir a la cafetería? -ofreció con una sonrisa amable.
-Claro -respondí.
Caminamos un tiempo hasta que llegamos hasta nuestro destino. La cafetería ya estaba un poco llena.
-¡Dalila! -gritó una voz femenina.
-Valeri -saludó la pelinegra.
-Hola -me saludó la chica de nombre Valeri- soy Valeri Rech
-Maia Crowel -respondí con un poco de pena
-Eres nueva, ¿verdad? ¿de dónde vienes? -preguntó
-Miami -respondí con una voz un poco débil.
Compramos la comida y nos fuimos a sentar.
-Este es mi lugar favorito -mencionó Valeri mientras comía un muffin- los muffins especiales son los mejores, tienes probarlos Maia. Te traeremos uno -a decir verdad, no era fan de los muffins, pero no podía ser grosera. Las chicas se levantaron y yo me quedé sola en la mesa hasta que algo, bueno mejor dicho alguien me interrumpió.
Los ojos grises del pelirrojo que ahora sabía que se llamaba Eder se encontraron con los míos.
-Crowel -mencionó el chico-, ¿y Dalila?
-Comprando un muffin -respondí deseando que Dalila y Valeri llegaran.
Cuando Eder iba a volver a hablar, la puerta de la cafetería se abrió, mostrando a un grupo de chicas.
-Hermanito -habló una de las pelirrojas dirigiéndose al pelirrojo.
-Ema -saludó alegre- Ema, ella es Maia, Maia ella es Ema, mi hermana.
-Mucho gusto -saludó la pelirroja
-Tenemos que irnos a el partido. Tu eres el capitán y yo la porrista principal, tenemos que ganar.
-Adiós Crowel -se despidió y salió de la cafetería con su hermana.
-¿Que fue eso? -la voz de Valeri se escuchó a mis espaldas- ¡Hablaste con un Flawles, Eder Flawles! -gritó emocionada
-Hay, Valeri, eres mi amiga y te adoro, pero cuando vas a entender que Eder es el chico más estúpido y descarado que puede haber en este instituto.
Salimos de la cafetería y nos dirigimos a el aula, a las tres nos tocaba la clase de la profesora Grimeld, física.
-¿Cuál es tu deporte favorito? -cuestionó Vale, sí después de unos minutos hablando ya nos llevábamos bien, casualmente éramos parecidas.
-Waterpolo
-El mío también -respondió con una sonrisa.
-Bien clase, tomen asiento. La clase pasada hablamos sobre Newton, esta clase hablaremos sobre sus leyes. ¿Alguien puede decirme la primera ley? -nadie levantó la mano, así que tomé el valor de levantarla y hablar- ¿Usted es la señorita Crowel? -asentí- Bien, hable, por favor.
-La primera ley establece que un cuerpo permanece en estado de reposo o movimiento hasta que se aplica una fuerza.
-Bien Crowel. Bueno, eso quiere decir que... -la profesora siguió hablando y yo tomaba nota de todo. La clase acabó y permanecimos en el salón pues el siguiente profesor no había asistido.
-Maia -nuevamente el pelirrojo hizo acto de presencia y se sentó frente a mi- ¿quieres ir a tomar algo? -su hermana y las chicas que la acompañaban entraron al salón.
-Hola Maia -saludó Ema. Yo le ofrecí una sonrisa como saludo.
Una chica tenía un vaso de malteada y tropezó, y adivinen en donde cayó, sí en mí.
-¡Fernanda!, ¡ten mas cuidado, ya manchaste a Maia!
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Nunca fui ella. ©
Romance«Le entregué todo, mis miedos, mis sueños, y mi corazón, pero creo que fue mentira, porque al final; nunca fui ella.» ___ Historia de mi total creación. No se aceptan copias ni adaptaciones. Todos los derechos de autor reservados.