La carta

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Era de mañana, la escuela aún estaba un poco vacía, llegué a mi casillero

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Era de mañana, la escuela aún estaba un poco vacía, llegué a mi casillero. Al abrirlo a plena vista me encontré con un sobre color dorado con detalles color rosa pastel y una estampa de un corazón.

Una voz sonó a mis espaldas y me sobresalté.

-Holiwis -era Valeri acompañada de Dalila. Amabas con una sonrisa reluciente.

Valeri como siempre lucía un vestido holgado, esta ves era de color rosa, llevaba unos zapatos del mismo color y un listón blanco adornaba su prolija coleta.

Dalila, a diferencia de Vale, vestía un pantalón de mezclilla claro, una sudadera blanca con un estampado de flores amarillas, y como siempre su larga cabellera negra caía libremente sobre sus hombros.

-¿Qué tienes ahí? -cuestionó, sabía que se refería a el sobre, pero preferí evadir el contestar sobre aquello, realmente ni yo sabía que era.

-Ah, es solo un sobre que me entrego la dirección -la pelinegra me miró entrecerrando los ojos. La dirección no te daba un sobre con un corazón.

-Okey... -no lo dijo muy convencida, pero al parecer no quiso indagar más respetando mi decisión de no querer hablar.

Ellas comenzaron a hablar, así que aproveché su distracción para guardad la carta. Una sola pregunta rondaba en mi mente.

¿Quién habrá sido la persona que dejo la carta en mi casillero?

-¿Hicieron la tarea de cálculo? -cuestionó la castaña, Valeri.

-Am, sí, pero no se si estoy bien -respondió un poco dudosa la pelinegra. El profesor de matemática no era precisamente un tipo paciente y que explicara bien, yo me había dado cuenta de ello y no llevaba ni una semana como su alumna.

-Yo sí, ¿quieres que te la pase? -ofrecí, sabía que, tanto a Valeri como a Dalila se les complicaba mucho la materia.

-Sí por favor -pidió la castaña.

Saqué aquel cuaderno color anaranjado con diseños en plateado y se lo entregué a Valeri.

Una vos se escuchó a mis espaldas.

-Hola Maia -era aquel pelirrojo de ojos grises, Eder. Vestía un pantalón azul oscuro de mezclilla y una playera color carmesí ceñida al cuerpo, su cabellera pelirroja lucia rebelde con unos cuantos cabellos callendo libremente sobre su rostro.

Dalila se tensó al escuchar la voz del ojigris.

-Ay, ya llegó el mas estúpido de toda la escuela -exclamó Dalila mientras rodaba los ojos. Estaba claro que Eder no le caía ni un poco bien a la pelinegra.

-Bueno, y aquí está la más horrible de toda la escuela -contratacó el chico con la vista puesta rigurosamente en Dalila, escaneandola de pies a cabeza.

Dalila estaba dispuesta a seguir discutiendo cuando Valeri intervino.

-Am, Dalila, mejor acompáñame a terminar la tarea -pidió la castaña para evitar una futura discusión.
Dalila de relajo, sus músculos dejaron de tensarce.

-Sí, vamos -aceptó a regañadientes. Miró desafiante a Eder hasta que Valeri la jaló.

No, por favor, que no se vayan que no me dejen sola con él. Por favor.

-Adiós -se despidió Valeri. Ambas desaparecieron entre los pasillos.

-¿Cómo estás? -cuestionó el pelirrojo con la vista puesta en mi.

-Bien, pero veo que no te llevas muy bien con Dalila, ¿por qué? -cuestioné, algo tuvo que haber pasado para que se odiaran de esa forma.

-Ah, sí, realmente Dalila es así conmigo desde el primer día que nos conocimos -respondió. No le creí, pero bueno- ¿Qué clase te toca? -cuestionó con la vista puesta rigurosamente sobre mí.

-Cálculo -respondí con la mirada en el suelo.

-Que bien -respondió con una reluciente sonrisa- a mí también. Te acompaño.

-Am, esta bien -no sabía el porqué, pero la compañía de Eder me ponía incómoda.
El pelirrojo caminaba por el extenso pasillo con una postura firme y decidida, como si cada paso estuviera perfectamente calculado, y como siempre esa sonrisa superficial adornaba su níveo rostro.

Realmente no quería ir con él. En realidad quería platicar una vez más con aquel chico castaño de cabello negro y ojos claros.

Seguíamos caminando por el pasillo cuando habló.

-¿Te sientas conmigo? -preguntó.

-Lo siento, quedé en sentarme con Valeri para explicarle los ejercicios de la tarea -expliqué.

-Está bien, no te preocupes -me sonrió de manera amable.

-Lo siento, prometo que la próxima clase me siento contigo -sí la parte humilde de mí sacó eso de mi boca, ni siquiera quería estar junto a él, ¿por qué había dicho eso?

-Bueno, ya quedaste, eh -dijo y una sonrisa reluciente adornó nuevamente su rostro.
Ese chico sonría todo el tiempo.

-Sí -respondí con una sonrisa.

Llegamos al salón y el pelirrojo entró, se sentó al lado de un chico de ojos verdes y cabello rubio, supuse que era uno de sus amigos pues se les veía muy cómodos hablando, yo, a diferencia me quede fuera del salón, en el pasillo.

-Maia -la voz de Dalila sonó a mis espaldas- toma, gracias, ya acabamos.

-Me puedes explicar el último ejercicio, por favor -pidió Valeri. Si, a Vale se le complicaba más que a Dalí las matemáticas.

-Claro -respondí con una sonrisa.

-Mira... -tomé mi cuaderno y empecé a explicarle cada paso del ejercicio.

-Ah, ya entendí, gracias -exclamó cuando terminé de explicarle, realmente el ejercicio era fácil cuando sabías la fórmula.

-Hay que entrar al salón, ya va a llegar el maestro -agregó Dalila.

La clase del profesor de matemáticas transcurrió con normalidad, sin embargo Adrien no llegó en ningún momento.

***

Cuando terminaron todas las clases fui directo a mi casa.

Al llegar a mi casa me senté en mi cama, y como toda buena desordenada, aventé mi mochila y saqué aquel sobre color dorado.

Abrí el sobre y tenía una hoja de un color marfil.

Con letras de tinta negra, y una estilizada letra curbeada estaba escrito en la hoja:

Maia:

Me encanta tu personalidad, aunque a veces eres un poco terca.

No sé si tomarlo como un cumplido, pero bueno.

La carta no decía nada más, ni siquiera tenía un remitente.

La noche llegó y con ello el cansancio, el ser una alumna becada y tener que mantener unas calificaciones excelentes era agotador, el ciclo escolar apenas había comenzado, y los profesores ya estaban programando exámenes.

Me quedé dormida al poco rato.

Nunca fui ella. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora