Prólogo

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Nota de Autora: Mi primer Kenyako, no puedo creerlo. Amo mucho a esta pareja y finalmente puedo dedicarles una historia. Estoy muy feliz de poder hacer uno de mis sueños realidad! Espero que disfruten esta historia!

Capítulo 0: Prólogo

Era un lugar oscuro, lúgubre. Los niños elegidos yacían con sus rostros inundados de terror. Los sentimientos que invadían sus cuerpos eran puros sinónimos de aquella frase. Sus cuerpos llenos de cicatrices, destrozados por la experiencia que acababan de vivir. El único pensamiento que retumbaba en sus mentes era el siguiente: voy a morir. Respiraciones entrecortadas y gemidos de agonía provenían de cada uno, mientras intentaban acercarse uno al otro. Si iban a morir, lo harían juntos, abrazados para que nadie sufra en soledad. Ellos sabían muy bien desde un inicio que esta operación podría salir de manera catastrófica pero no de esta manera. Algunos empezaron a tener pensamientos negativos.

¿Por qué no cedimos desde un principio?

No quiero que mi vida termine de este modo.

Aún tengo muchas cosas decir.

¡No quiero morir!

Al lado de cada niño se encontraba un Digihuevo. Estos curiosos especímenes eran lo único que aportaba color a la depresiva escena que observaba una sombra. Una sombra que parecía tener figura humanoide. Carcajadas provenían de esa persona, si es que lo es. Poco a poco, el lugar en donde se encontraban empieza a hacerse nítido ante los ojos de ellos. La base que creyeron haber destruido una vez, años atrás, seguía intacta. Incluso parecía que alguien la había reconstruido con cierta dedicación al conservar cada simple detalle. Metales, tubos y cápsulas empezaron a aparecer. Parecía un laboratorio. No, definitivamente se encontraban en uno al ver maquinaria dedicadas a dichas operaciones. Camillas conectadas a cables que iban directo a lectoras y aquellos números mostrados hacia una gran pantalla.

Una vez más, los rostros de cuatro elegidos palidecieron. Los niños elegidos del valor y la amistad empezaron a temblar, sin creer lo que veían a su izquierda. La niña elegida del amor, a quién llevaban buscando hace más de cinco meses atrás se hallaba en un contenedor, con tubos intravenosos atravesando tanto su nariz y sus brazos. Su figura flotaba en el líquido que la ahogaba revelando cada detalle. Se encontraba desnuda, como si pretendiera ser un feto al encontrarse en dicha posesión. Sus brazos a un lado del otro pero sin llegar a tocar sus rodillas, las cuales también estaban juntas. Su pecho se levantaba y bajaba. Estaba recibiendo oxígeno de alguna manera, lo cual indicaba que se encontraba con vida, atrayendo cierto alivio a ambos elegidos. El emblema del amor brilla de manera intensa en dicho lugar, como si representase su corazón, su escencia, su alma.

Por el otro lado, a la derecha de los elegidos de la sinceridad y del conocimiento, flotaba la niña elegida de la pureza. Tal y como la del amor, su cuerpo dormía en un contenedor, también ahogada por aquél líquido verde. Burbujas provenían de sus labios, indicando que de alguna forma le llegaba oxígeno a su cuerpo. Ambos niños no podían creer lo que veían e intentaban encontrarle una lógica al hecho que la niña pudiese respirar. Uno pareció recordar que eso es lo de menos, que lo mejor que ha podido suceder es que la encontraron con vida luego de su desaparición junto con la otra niña, luego de más de cinco meses. Su posición era como ver a la elegida del amor tras un espejo. Se reflejaban la una a la otra. El emblema de la pureza brillaba sin dar lugar a más, como si deseara liberar algún poder.

A lo lejos, se observaba un contenedor más, salvo que este se encontraba vacío. Pareciese que se encontraba reservado para alguien más al ser del mismo tamaño que el de las dos elegidas. La niña de la luz retrocede de rodillas, al percatarse que estaba reservado para ella. Fue sencillo unir los puntos tras ver los cables que salían de las otras dos chicas y observar la máquina en la que terminaban. Había tres espacios, de los cuales dos brillaban mientras que uno seguía en la oscuridad. El elegido de la esperanza notó que el terror de ella incrementó para apegarse a su cuerpo e intentar protegerla de, quizás, una muerte inmediata a merced de la figura cubierta en sombras que seguía acercándose de manera lenta, como si disfrutara cada segundo de la agonía que presenciaba.

Engañando al Destino [DESCONTINUADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora