Capítulo 2: La realidad se puede disfrazar.

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Me dolían los tobillos de deambular por los pasillos de la secundaria, me dirigí hacia la cancha de básketbol para sentarme en las gradas a descansar

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Me dolían los tobillos de deambular por los pasillos de la secundaria, me dirigí hacia la cancha de básketbol para sentarme en las gradas a descansar. Era horario de clases y no me imaginaba a nadie por esa zona. En mi intento de sentarme tranquila a medio dormir, a lo lejos escuché llantos intentando ser comprimidos provenientes de abajo de las gradas.

Aunque eran llantos y sollozos casi inaudibles, el timbre de voz que invadía el silencio del campo de básketbol me pareció conocido. Así que me acerqué al lugar donde escuchaba lo que parecía ser una chica llorando y acerté. ¡Pero, vaya asombro! Es... ¿Mi mejor amiga?

Sin pensarlo me lancé sobre ella y le di un fuerte abrazo. No sabía lo que le pasaba, y en ese instante tampoco le pregunté, sólo me senté con ella debajo de las gradas hasta que a los minutos transcurridos paró de llorar.

—Kenya amiga, ¿qué pasó? —me atreví a preguntar para romper el silencio.

—Nada importante —mintió. No te preocupes, todo está bien.

—Por favor Kenya, soy tu mejor amiga, no tienes que mentirme —Dije con tono preocupado.

—Realmente tienes toda la razón —dijo. No estoy bien, nada va bien, ya me harté de estar aparentando falsa felicidad —admitió la pelinegra volviendo a llorar.

—Amiga, no sabes cuánto lo siento —dije acercándome para volver a abrazarla. Verás, yo también sé lo que se siente actuar como si todo está bien cuando en realidad en el fondo te sientes insuficiente, inútil, sólo ocupando un espacio en vano —dije afirmando lo que sentía con los ojos cristalizados.

—¿En serio? Después de todo nos sentimos igual, por algo Dios quiso que seas mi mejor amiga —dijo por lo visto sintiéndose aliviada.

—Pues sí, a veces las cosas no son lo que aparentan ser, ya sabes, "las apariencias engañan" —comenté y ambas sonreímos.

—Ya, paremos de llorar y salgamos de aquí por pizza y más cosas al supermercado, hagamos una pijamada en tu casa sólo de nosotras dos ¿sí? —dijo Kenya animándose a ella misma y a mí por igual.

—Perfecto. Buena idea, salgamos de aquí —afirmé.

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8:27 p.m.

Kenya llegó a mi casa para ejecutar la pijamada que habíamos planeado en la tarde, ya tenía todo lo que habíamos comprado listo: palomitas de maíz, jugo, soda, tacos, pasta, chocolates y malvaviscos. Perfecto para pasarnos la noche viendo peliculas y hablando. Por suerte mi papá se quedó a dormir donde su esposa, así que tendríamos la casa para sólo nosotras, una perfecta pijamada.

Toda la noche hablamos hasta que tocamos el tema de nuestra depresión, cosa que nunca habíamos imaginado que padecía la otra. Entre tanta conversación, donde pudimos hablar ambas de nuestros problemas nos quedamos dormidas. Fue genial porque ya no tendríamos que fingirnos, sólo apoyarnos y tratar de buscarnos soluciones. Al día siguiente, estaba haciendo mi rutina de baño diaria y el teléfono comenzó a sonar. Kenya atendió.

—¿Quién era? —pregunté saliendo ya del baño.

—Era tu abuela, llamó para saber cómo estabas y para avisarte que mañana irá a la iglesia por la noche y le pareció buena idea invitarte —respondió. Aprovechó que atendí la llamada y también me invitó a mí.

—Ah, vale... pero ¿nosotras dos en una iglesia? Sería extraño —dije.

—Pues, a mí no me pareció tan mala idea. Podemos ir —comentó. Además, sólo es por un día y así tu abuela no va a ir sola. Dijo  que si queremos ir que le avisemos para pasar por nosotras mañana a las 7:00 p.m. —Continuó.

—Bueno, pues vayamos. —dije.

                 
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El día en la iglesia no fue tan malo, después de todo sentí algo mientras daban el mensaje que parecía ser directamente para mí entre tanta gente, eso me hizo sentirme rara hasta llegar al punto de llorar imparablemente, las lágrimas salían solas. Al cabo, Kenya y yo quedamos en ir a visitar la iglesia más seguido.

Así fue, visitamos la iglesia constantemente hasta que algunos de nuestros conceptos acerca de la vida tomaron otra forma, otro modo distinto de ver.

En la iglesia, conocí a John, durante todo el proceso de mis visitas a la iglesia se convirtió en un gran amigo. Lo describiría como un chico muy servicial y admirable. Pero a fin de cuentas me parece ser que confundió las cosas y se terminó enamorando de mí.

Se aproximaba un concierto cristiano, al cual Kenya y yo fuimos invitadas, pero no quisimos asistir. John hizo todo para que ambas, principalmente yo, fuéramos a ese concierto. Así que al final, le confirmamos que iríamos por él y su entusiamo.

Desde que tengo 3 años, mi padre me inscribió los fines de semana en una institución de niños y jóvenes que ayuda a nuestro desarrollo personal y espiritual

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Desde que tengo 3 años, mi padre me inscribió los fines de semana en una institución de niños y jóvenes que ayuda a nuestro desarrollo personal y espiritual. En ese instituto conocí a un amigo cristiano llamado John, quien se volvió mi compañero de locuras y salidas. Por él, de vez en cuando visitaba la iglesia. En los últimos días, me hablaba constantemente de una chica cuyo nombre no tengo ni idea, lo que sí se es que me ha comentado que es una chica muy linda e inteligente.

La vibración de mi celular me sacó de mis pensmientos, era una llamada entrante de John avisándome que vendría a mi casa para contarme algo. No pasaron ni diez minutos de la llamada y ya se había aparecido en mi casa.

—Hey Brick ¿Cómo estás? —saludó.

—Hey hermano, yo estoy bien, gracias ¿y tú? —respondí.

—Muy bien, mucho más con la noticia que te traigo —dijo con una sonrisa.

—¿Pues qué esperas? ¡Cuéntame ya! —respondí curioso.

—Calma amigo, vamos por parte —dijo riendo. Mira, hay un concierto cristiano pronto, y quiero que estes acompañándome—continuó.

—Es buena idea, ahí estaré.

—¡Genial! —dijo feliz.






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Holis, sin nada que decir, me despido. :*

Pd: Kenya en multimedia. ♡

El Día en Que le ConocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora