Prólogo.

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*plaf!*

Agarro su mejilla con dolor pero apreto sus labios y fruncio el ceño ignorando las lágrimas que se asomaron por sus ojos. Miro con enojo a su madre la cual la miraba con seriedad y frialdad.

-escucha bien Juliette, debes de ser perfecta en todo, no puedes tener ninguna falla, debes de actuar femenina, con elegancia y madurez, pero también debes de encantar a los demás con tu sonrisa, debes lograr que todos caigan a tus pies.

Apreto su vestido con fuerza mirando con odio a su tutora.

-te odio.

-hn, lo sé, pero algún día me agradecerás todo lo que hago por ti, dejarás de visitar a tus primos y te irás a Arlánta, serás una de las mejores estudiantes o serás castigada.

La mujer volvió a sentarse y tomar su té con tranquilidad ignorando la mirada de pena de todas las sirvientas en la habitación.

La pequeña rubia de tan solo 7 años mordió su lengua para evitar gritarle a esa mujer y solo bajo la cabeza apretando su falda, sus lágrimas cayeron rodando por sus mejillas hasta tocar el suelo.

-juliette por favor!, vas a manchar el piso con tus estupidas lagrimas, largo de aquí!, vete a estudiar, no quiero ver tu rostro lleno de lágrimas, me das asco!.

La menor temblo ante su grito, el mayordomo apoyo su mano en el hombro de la pequeña y luego de hacer una reverencia los dos salieron de allí.

-...estupida mocosa, las dos son iguales, por lo menos en el futuro servirán de algo.

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-lady.

El mayordomo miro con pena a la pequeña que no dejaba de llorar tapando su rostro con sus brazos.

-no lo entiendo...por qué no me ama? *snif*...siempre estudio mucho y aprendo todo de memoria, me portó bien y ella jamás me dice que esta orgullosa o que me quiere, no entiendo por qué no puedo estar cerca de mi hermana!.

El hombre limpio sus lágrimas con un pañuelo y ella lo miro con tristeza.

-pequeña lily, la condesa...ella -cerro sus ojos con pesar y decidió arriesgarse -escuche, esto no debería de decírtelo pero tienes que saberlo...la condesa Rosalía...no es tu madre, ella es tu tía.

Ante cada palabra que escuchaba del mayordomo ella quedó en shock, sus lágrimas habían parado de caer y ahora estaba sumida en un silencio mortal.

-cuando su madre, la señorita Penélope murió en el parto, su padre...el actual emperador claude de Alger obelia, decidió dejarlas al cuidado del duque ya que él jamás amó a la señorita Penélope y jamás acepto que ustedes son sus hijas.

La menor lo miro sin poder creerle pero luego todo empezó a tener sentido para ella, ahora entendia el odio que profesaba la condesa cada vez que estaba con ella. Claude jamás las reconoció como sus hijas y ellos no obtenían nada a cambio de cuidarlas.

Ella a pesar de ser una niña sabia la avaricia que reinaba en sus tíos. A ellos no les importaba su bienestar solo les importaba tener más y más poder.

-el duque las separo para entrenar a su hermana y que se convierta en una digna princesa, al llegar a su debut y demostrar sus verdaderos ojos que el emperador la reconozca como su hija...pero si ella no lo logra, usted es la segunda pieza del duque.

La rubia solo se mantuvo callada y lo miro atenta, el hombre sonrio con tristeza y acaricio su cabello.

-a pesar de que sea lógico que usted sea la pieza principal del duque, ya que usted se parece más a la familia Real, la pieza principal terminó siendo su hermana ya que ella tiene el cabello de su madre, ella es la combinación del emperador y la señorita Penélope, el duque piensa que si zenit le hace recordar a Penélope al emperador, él caerá con más facilidad ante sus encantos.

Juliette bajo la cabeza y miro al suelo.

Fue un shock emocional muy grande, pero estaba agradecida de que su verdadera madre no sea la condesa.

Aunque algo no le cuadraba, no entendia la lógica que el mayordomo le explicaba sobre por qué la separaron de su hermana menor. No lo entendía, pero sí entendía que el duque y la condesa las querían usar para llegar a un lugar mayor del que tenían.

Si ellas eran reconocidas por el emperador, se convertirían en princesas y tanto la familia Alfierce como Yedith pertenecerían a la familia Real.

-...entiendo.

Limpio sus mejillas y luego le sonrio levemente al mayordomo que sintió su pecho apretujarse al ver sus ojos.

Estaba herida y ahora había un profundo deseo de venganza en esos grandes ojos celestes.

-gracias por decirme la verdad, no te preocupes no le diré nada la condesa...en verdad te lo agradezco.

El mayordomo solo le sonrio con suavidad y la abrazo.

-por más deseo de venganza que tenga, no deje que su corazón sea consumido por ella o se convertirá en aquellos que odia, fue imprudente de mi parte decirle la verdad a tan corta edad pero si no lo hago yo, no creo que alguien más lo haga.

La rubia le devolvió el abrazo y apoyo su cabeza en el hombro del hombre que fue como su abuelo. Él y su esposa la cuidaron desde que era una bebé.

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Miro oculta tras un árbol el ataúd ser enterrado mientras las personas lloraban a su alrededor. La lluvia caía en su pequeño cuerpo pero no le importó.

A la semana de decirle la verdad, el mayordomo de la mansión Yedith murió.

Él siempre supo que muy pronto llegaría la hora de reunirse con su amada esposa.

Por suerte murió de muerte natural, su esposa murió cuando ella tenía 3 años.

-"lo lamento abuelo pero...no puedo evitar que este odio me esté consumiendo poco a poco...prometo vengarme, no me importa que ella sea mi tía, ella me hirió y me separó de mi hermana junto a ese estupido duque".

Miro el anillo en su dedo y fruncio el ceño.

Debería de ocultar quién era por un tiempo, pero todo sea para derrotar a aquellos que la lastimaron y separaron de su hermana.

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Mariposa Azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora