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AVONLEA, SIN DUDA, NO ERA UN LUGAR PARA GENTE COMO BETH. El maestro Phillips, avergonzó durante toda la clase, no solo a Beth, si no también a la amable pelirroja con la que estaba ahora mismo, la había llamado huérfana en reiteradas situaciones; Cosa con la que Beth había peleado.
Era el primer día y estaba frente a todos, aguantando murmullos y risas.
"Beth Gales no sabe mantener su boca cerrada." eso había escrito el profesor en la pizarra, dejándola expuesta a todos.
Tapó sus ojos con lagrimas, avergonzada, no tenía planeado eso, para nada.
Se levantó de la cama en donde una pelirroja dormía plácidamente.
Se agachó hasta encontrar su valija debajo de la cama, suspiró y la abrió.
— Eres mejor que esto, Beth Gales.— Susurró con el vestido entre sus manos, con furia cerro la valija.
A oscuras, tanteó la puerta caminando por el largo pasillo.
Dio tres golpes suaves, casi silenciosos a la puerta blanca de madera. Cuando se abrió una cabellera rubia se asomó, adormecida.
Beth la abrazó, sollozando.
— ¿Beth?.— Preguntó su madre confundida tomando la cara de su hija entre sus manos.— Mi niña, ¿Qué pasa?
— La escuela, los niños, eso pasa mamá.
Maggie suspiró, dejando entrar a su hija a su habitación.
La rubia se recostó en su pecho, como una niña indefensa.
Bethany Gales, era una niña muy sensible, solían importarle y afectarle las cosas que pasaban a su alrededor.
Beth era una persona que sabía sentir, que sabía llorar y amar.
— Se burlaron de mi por mi ropa, el señor Phillips me humilló, las niñas hablaron mal de mi y Anne, Josh sintió vergüenza por mí, mamá.
Maggie acarició el cabello de la rubia con cariño.
— Beth, ¿ Recuerdas cuando un niño cortó una de tus trenzas ?
Ella asintió, esas trenzas que tanto le habían costado a su madre.
— Tu lo golpeaste, ¿Recuerdas?, lo insultaste en mil idiomas, luego Josh terminó de golpearlo, no te molestó nunca mas. O cuando llegaste a la escuela con ese overol que tanto te gustaba, yo lo odiaba, pero tu no querías quitártelo.— Rió junto a Beth.— Los niños comenzaron a reírse de ti, pero no te importó, levantaste el mentón y lo luciste en todos lados. Esa era mi niña valiente, mi Beth, que era libre y se expresaba de manera hermosa, sintiéndose dueña de su cuerpo y decisiones, como siempre tuvo que ser ; No esta niña que llora por personas patéticas.