- Mami por fin estás aquí ¿A dónde habías ido?
- Nunca me he ido mi pequeña flor, aquí estoy contigo
- Prométeme que jamás volverás a dejarme.
Lewa la mamá de Ayana se fue desvaneciendo en la total oscuridad hasta desaparecer por completo.
- ¡Ayana! ¡despierta! ¡otra vez estás teniendo malos sueños!
- Abuelo he soñado de nuevo con mamá, la echo de menos.
- Todo se arreglará pequeña.
Ayana es una niña de doce años, ella vive en el Sáhara Occidental junto a su abuelo y su hermano menor. Hassan solo tiene cuatro años, es un niño muy curioso, le encanta jugar en las dunas con el trineo que el abuelo le había hecho con un trozo de plástico y un cordel. Él todavía no entendía nada y por eso no preguntaba nunca por su mamá a diferencia de Ayana que día y noche soñaba con volverla a ver nuevamente.
Lewa era la mamá de Ayana y Hassan, habían pasado dos años desde que decidió irse de su país para intentar conseguirle a sus hijos una mejor vida. Desde que se fue no habían sabido nada de ella. Lewa les prometió que a lo máximo ocho meses volvería con el dinero que conseguiría y así se los llevaría con ella a todos.
Ayana esa mañana tenía aún que recorrer cinco kilómetros para asistir a las clases en las que dos años atrás la habían aceptado, esas clases las impartían voluntarios españoles que viajaban hasta allí para ayudar a los más desfavorecidos. Ella está apadrinada por una familia también de España, gracias a ellos ella podía asistir a clases y también recibía al año una prenda de ropa y un peluche el cual regalaba a su hermano.
Lo que más disfrutaba del día era el momento en el que llegaba al cole y aprendía muchísimas cosas fascinantes. Para ella, caminar cinco kilómetros valía muchísimo la pena.
Al llegar al colegio, les recordaron que al ser fechas navideñas debían escribir la carta a sus familias españolas. Adoraba poder comunicarse con ellos y así agradecerles todo lo que ella podía hacer gracias a su ayuda.
Hola familia ¿Cómo están? Muchas gracias por el peluche de gatito, me ha encantado, aquí en el cole he aprendido a hacer divisiones y estoy muy feliz, les tengo tanto que agradecer que esta carta no me daría para expresar todo.
Felices fiestas a todos allí. Un saludo. Ayana
La profesora era la encargada de traducir las cartas al español. Ella, llevaba asistiendo mucho ya a clases, pero aún no sabía el idioma, así que cuando recibía una carta de su familia de España volvía loca a su profesora para que se la leyera.
Al finalizar el cole partió de regreso y en tan largo camino pensó en muchísimas cosas, no podían sacar de su cabeza Idris su mejor amigo, él como su madre habían decidido irse de ahí y lo único que recordaba de su conversación con él, era que le explicaba lo decidido que estaba a montarse en esa cosa que atravesaba el mar el cual todos allí llamaban pateras. Ayana temía a esas pateras ya que la última imagen que tenía de ellas era la su progenitora montándose en esos troncos. No sólo su mamá, muchísima gente que jamás regresaba y sus familias quedaban sin saber absolutamente nada de ellos. Seguía pensando en ella, siempre la llamaba flor porque le decía que era lo que significaba su nombre, le puso Ayana a conciencia por ello. A su hermano se lo puso porque significaba bello y cuando él nació todos quedaron admirados por sus grandes ojos azules que destacaban muchísimo sobre toda su tez mulata.
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LA NAVIDAD DE UNA NIÑA SAHARAUI (TERMINADA)
Short StoryAyana , una niña que vive en el Sáhara Occidental con su abuelo y su pequeño hermano Hassan, echa muchísimo de menos a su mamá, una noche, toma una decisión que marcará el resto de su vida. Embárcate en esta historia con Ayana, un pequeño relato co...