NamJoon. 1

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Teniendo solo 16 años pude darme cuenta de algunas cosas; como que no tenía amigos, lo cual tanto a mi como a mi madre nos parecía extraño. Pero incluso así, estaba bien. Estaba acostumbrado a la fría soledad de aquella habitación la cual consideraba mía, estaba feliz leyendo los mismos 4 libros, estaba bien escribiendo letras melancolicas las cuales soñaba con que algún día fuesen canciones. Estaba feliz, dentro de lo que cabía.

Aquella mañana de primavera era presumiblemente fría, con aires tenues pero helados, con un sol reluciente pero tibio. No era muy feliz levantándome a aquella hora, de hecho, era terriblemente molesto tener que levantarme a cualquier hora antes de las doce. La ducha de aquella vez era menos tediosa de disfrutar; el agua cálida recorriendome la espalda y el sonido armonioso de la misma cayendo al suelo era relajante. No tardaba más de diez minutos en el baño, pero vaya que aquella ducha se estaba robando mi tiempo.
Salí de aquel lugar tan acalorado, escuchando de repente como mi madre me llamaba para comer.

Mi madre. Mi mamá es una persona sencilla, apurada, trabajadora y torpe, pero amable y linda.

Baje al comedor encontrándome con aquel desayuno, lucía apresurado y gracioso, de alguna manera.

—Hoy tengo más trabajo de lo normal, —Comenzó a decir. —probablemente tengas que venir a casa por tu cuenta, lo entiendes, ¿no? —Asentí, restandole importancia a su apresurado tono.

—Creo que ya soy lo suficientemente grande para ir y regresar solo, ¿no crees? —Se quedo pensante en su lugar, mientras ella también comía, aunque de manera rápida.

—Puede ser, ¿te parece intentarlo hoy? ¿Puedes ir y venir hoy por tu cuenta? —Asentí, robandole una bella sonrisa. —Eres tan lindo siempre. Bien, ya me voy, ten cuidado al ir tu solo, por favor.

—Claro, te llamare si algo llegase a pasar.

—Cuento con ello, suerte y cuídate. —Se despidió cerrando la puerta con cierta fuerza, dejandome en la soledad de aquel lugar, el cual pronto abandonaría ya que la hora de entrada se encontraba cerca.

Tomé mis cosas, guarde otras y por último agarre mi dinero para el almuerzo, lo suficiente para mi y un poco más si alguna situación se presentaba. Por último cerré la puerta de la casa ya estando afuera, comenzando a caminar poco después.

Como cualquier persona, los pensamientos no tardaron en llegar, acompañados de preguntas extrañas y situaciones graciosas.

¿Cómo sería tener un amigo imaginario?

¿Existen realmente?

Negué, diciéndome lo tonto que era por pensar en aquello y cambiando con más prisa cuando mis ojos dieron una fugaz vista a la hora. Iba tarde.


Y JungKook seguía ahí, mirándome con rencor y enojo cuando por accidente tire sus cuadernos. No era secreto que JungKook daba miedo por varias razones, era alguien hasta cierto punto calmando, pero muy rencoroso cuando de accidentes se trataba, además de tener una mirada punzante y fuerte. Sus adorables ojos de bebé se perdieron con el tiempo.

Sonreí nervioso, esperando obtener por lo menos un golpe, porque todos sabíamos que JungKook era capaz de más, mucho más.

Se acercó de manera amenazante hacia mí y sólo me dio un golpe en la nuca, soltando un «tonto» bastante bajo. Le observe confundido, viendo como se alejaba a pasos fuertes y pesados, mientras Tae (uno de los amigos de Kook) recogía aquellos cuadernos con apuro, para poco después correr hacia el chico. Quise decir algo, pero no lo hice; en cambio cerré mi boca e ignore lo sucedido, caminando con apuro hacia mi salón. Vaya que ver a todos esos idiotas no me hacía bien. Sus gritos, el escándalo, el desorden, su irresponsabilidad, todo en ellos era molesto. La maestra no tardo en llegar.

❝		 Delirio		❞ -namjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora