NamJoon. 3

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De nueva cuenta, aquel sonido de alarma me despertó con descaro, haciéndome gruñir de molestia. Jin no pareció notarlo, él seguía tendido en aquel montón de cobijas de manera tímida, durmiendo como si fuese un bebé.

Y mientras mi mirada seguía fija en aquel avergonzado rostro, por mi mente pasaban tantas preguntas como peces en el mar. Sí, mi mente aún seguía inundada de dudas y cuestionamientos que sabía que no me llevarían a nada, y aún así continuaba pensándolos. Los jadeos y quejidos del rubio me sacaron de aquel trance, se veía tan confundido.. Ambos estábamos igual, ¿cómo no cuestionarse nada si todo ocurrió de repente?

De pronto, la mirada cerrada del chico se abrió cautelosamente. Ni siquiera note cuando las comisuras de mis labios formaron una sonrisa cohibida. El chico se sentó en su propia almohada buscando incorporarse; giró para verme.

—¿Qué miras? Pareces un tonto. —Se quejó, luciendo su ceño fruncido y aquel cabello alborotado.

—Uh.. Nada, solo pensaba. —Justifique, evitando conversar sobre aquellas preguntas que tanto problema me hacían en la cabeza. Me levante de la cama ignorando la mirada confusa del mayor, el chico copio mi acción y habló:

—¿Iras a la escuela de nuevo? —Asentí, tomando ropa del armario y algunas toallas. Jin asintió lentamente.

—¿No le gustaría ir? —Negó. De hecho esperaba aquella respuesta, a decir verdad. La escuela era algo desconocido para él; su miedo irracional resultaba de repente algo justificable. —Bien, entonces nos veremos después de la escuela. —Asintió algo aflijido, las palabras no eran algo que el chico manejara muy bien, lo entendía, pero comenzaba a ser extraño, por no decir molesto.

De pronto la mirada de SeokJin se clavo fijamente en el suelo, sus ojos parecían ventanas, tan relucientes y expresivos. Cerré la puerta con cautela, de alguna manera tratando de no desconcentrar al rubio sobre lo que fuera que estuviera pensando. Tomé mi mochila y baje al comedor; mi madre ya se había ido. No era sorpresa, supongo que creyó que la idea de ir y venir solo de la escuela era algo que podía manejar, y estaba en lo cierto. No me moleste en desayunar, durante las mañanas era muy común que evadiera el desayuno, me parecía desagradable de alguna manera.

Continúe caminando, paseando la vista por las casas del alrededor, pensando en cómo vivirían aquellas familias que habitaban ahí. Seguro eran chicos con amigos, amigos con los que puede salir a caminar, a comer, a hacer simples tonterías; a ser jóvenes. O tal vez una mamá que yo no tenía, una persona relajada y centrada en su familia.

La escuela se veía más cerca cada vez, indicando que faltaba poco para mi llegada. Una rápida vista al reloj y me dispuse a correr; 6:42 am.


El día continuo normal hasta la tercera clase, donde sólo me dedicaba a escribir con monotonía. El aburrimiento era algo común durante aquella hora, el descanso se encontraba cerca y todo lo que queríamos era salir.

—Bien, chicos, escuchen. —Habla de pronto la maestra. Levante mi mirada con curiosidad, por lo general, la profesora solo nos ponía un trabajo y luego se sentaba a hacer algo más. —Tenemos un alumno nuevo. —La maestra sonrió. —Vamos, ven aquí. —Le llamó. Todos soltamos una pequeña sonrisa por el tono que la maestra utilizo.

La puerta se abrió con lentitud, dejando ver a un chico mucho más bajito que yo. El muchacho se mostraba inseguro, con el ceño y los labios fruncidos. Pude persivir algunos hematomas en sus pálidos brazos, además de que su labio inferior tenía una pequeña cortada, sus ojos estaban perdidos entre los alumnos buscando donde sentarse. Sentí algo de inseguridad, los hematomas podían ser rastros de alguna pelea que tuvo en el pasado, lo cual me daba a entender que el azabache no era un buen chico, lucía como una persona muy problemática. Me lamente en silencio cuando vi que había un espacio vacío a mi lado.

❝		 Delirio		❞ -namjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora