4

2.3K 233 16
                                    


La luz del foco era débil, apenas e iluminaba ese cuartucho pequeño lleno de suciedad.
La débil bombilla era la única fuente de luz con la cual el chico peli morado que se encontraba completamente inmovilizado por las cuerdas que lo aprisionaban e impedían la normal movilidad de sus extremidades podía vislumbrar a sus captores y lo que conformaba el resto del cuarto.

Tres hombres, dos armas, un barril lleno de agua helada, eran las únicas pruebas de que este era su cuarto de las torturas, ademas el hecho de que lo estuvo experimentando en las últimas dos horas.
cada vez que preguntaban y el no daba mínima señal de responder era sumergido al agua, para evitar que se pensara en cualquier plan de escape era golpeado cada 15 minutos.

Estaba cansado, su cabello mojado se pegaba a su cara, juraba que tenía rotas al menos dos costillas y varios hematomas, su cara ardía en las heridas que residían en esta y respiraba lentamente ¿Cuánta agua había entrado a sus pulmones? Le dolían como nunca, sabía que no aguantaría mucho más sin quedar inconsciente.
No habia pasado mucho desde que lo trajeron, debia mantenerse despierto el máximo tiempo posible para no ser un estorbo en la huida.
Su equipo vendria por el, estaba seguro.

Y aun que no fuera asi, nunca hablaria, no se quejaria, aguantaria todo el dolor, la desorientación y las molestias de algunos sintomas de fiebre, causada sin duda por el agua helada, soportaba todo tratando de ser lo mas silencioso, algunos quejidos salian de su bica pero intentabe evitarlo mordiéndose la lengua, la boca,  lo que fuera necesario para no expresar el sufrimiento terrible que recibía, no, él no les daría el gusto.

Habian tomado una breve pausa en lo que uno de los hombres sacaba un celular de su bolsillo, al parecer hablaba con su jefe, solo por eso detuvieron momentáneamente su ahogamiento.

Dirigió el artefacto a su cara, estaba en alta voz.

-sabes que si no hablas, morirás- la vos sonaba divertida y no le sorprendía, todos ellos eran unos bastardos que se vendieron por dinero y él que estaba detrás de la línea, su jefe, un maldito imbecil egocentrico.

-moriré de todas formas- su vos era ronca, no tenía energía para hablar, tampoco pensaba hacerlo.

-te prometo que no lo aras, yo jamás rompo una promesa- sonaba tan femenino que le dio asco, vomitaría pero no había ingerido nada durante estos dos últimos días.

-prometiste matarme si no me sacabas información en un día- esbozó una sonrisa creída, le dolía hablar y lo hacía lento, ya no quería dialogar más, su garganta estaba tan jodida.

-realmente no sabes lo que te conviene, disfruta el masaje- la llamada se cortó, el hombre que agarraba el celular lo guardo al mismo instante los otros dos pusieron una batería de auto en el piso con unas pinzas. Que poco creativos pensó, eso era tan anticuado.

-que originales-comento sarcástico, sería otro día largo.

El hombre del celular sonrió
……………………………………………………………………………………………………………
Bakugou

Jodida  mierda

¿Por qué debía arreglar los problemas de otros?

Oh, cierto.

Este es al camino que había elegido a cambio de su libertad.
De las tres opciones que tuvo, esta era la menos mierda.

Debía reconocer que había cosas peores pero por su orgullo no lo aceptaría.

Se encontraba en medio de la nada solo escuchaba el sonido del viento chocando con los árboles, la luna se había escondido detrás de nubarrones que anunciaban sin duda una gran tempestad ¿sabría lo que iba a pasar?

ultimo OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora