6. Algunos.

19 1 0
                                    

(Narra Rita.)

— Y pues, nos despertamos, en las habitaciones de vuestros nietos, si no me equivoco. — Suspiró de alivio — Perdonen otra vez sobre el incidente de la almohada, todavía no podemos superarlo.

E. Kettle: Sonríe — No se preocupen con esto, igualmente esto ya pasó. — Se pone pensativo — Si... No fue la mejor experiencia, de ser atrapado por el Diablo. Pero... ¿Para qué fin?

(T/N): — ¿Qué?

E. Kettler: — ¿Para qué os quiere?

— De momento, será un misterio...

Todos nos pusimos pensativos. Me giré para ver la ventana, ya era de noche. Elder siguió mi mirada.

E. Kettler: — Queridas, creo que es hora de ir a dormir. — Se levanta de su asiento. Le proponemos ayuda, él niega, sonriendo — No hace falta, pero aprecio vuestra acción. Vayan conmigo, os daré la medicina. — Agita su mano, indicando a que lo siguiéramos.

Nos fuimos directamente hacia un armario de pared. Kettler abrió las puertas. Nos sorprendimos. Había de todo tipo de pociones y plantas colgando.

E. Kettler: — Tomen esta planta, mastiquenla bien antes de caer en un sueño profundo.

— ¿Y luego?

E. Kettler: — Si queréis, lo tragáis o lo escupís.

(T/N): — Oh... Vale. — Su cara se arruga un poco del asco.

Cogimos la planta y la metimos en nuestra boca. Le dijimos gracias y buenas noches al anciano. Cuando entramos en la habitación de los gemelos, suspiramos. No sé si de alivio o de cansancio.

Cerré la puerta.

— ¿Y ahora, qué hacemos?, — Cerré los ojos — ¿qué le diremos a nuestros padres sobre nuestra ausencia? — Pegué mi espalda a la puerta y me deslice hacia abajo.

(T/N) se sentó, haciendo una pausa, tipo, pensando. Después de esto se levantó bruscamente de la cama.

(T/N): — ¡Rita! ¿Acaso Mugman y Cuphead no eran pequeños? Porque estas camas son lo suficientemente grandes para ellos. Esto no es normal.

— Seguramente crecieron. Hombre, después de tres años... No sé tú... — Yo resople de la obviedad.

(T/N): — ¿Y ahora cuánto tendrán? — Puso su mano en su barbilla, acariciandola.

— Si te refieres a la edad, como recuerdo, en la Wiki ponía que tenían 13 años. Ahora seguramente tengan 16 años, como nuestra edad. — Gira su cabeza bruscamente hacia (T/N), de mala leche — No me preguntes el porqué lo busque. Ahora, acuéstate y duerme. Mañana nos espera una «divertida» y larga aventura hacia el Casino.

(T/N): — Ay Santa Virgen de Guadalupe... Ahora ya no tengo ganas de dormir después de que me recordaras sobre el Casino... Gracias, ahora ya no dormiré en paz. — Se acuesta en su cama y suspiró fuertemente. Ay qué «pobre» chica.

Se me ocurre una idea muy, pero que muy sádica.

Sonrio.

Me levanto y me dirigo hacia mi cama, cogiendo la almohada.

— ¿Quieres que te ayude a dormir? — Sonrió, intentando parecer lo más maniática posible.

(T/N): — Espera, ¿qué? — Hay una pausa. (T/N) procesa la situación. Sonríe. Al parecer lo pillo, gracias a dios — ¿Cómo? Me gustaría ver la técnica. — Pone sus manos en la cabeza, como si me indicara a que le mostrará algo muy «interesante» a ella.

La almohada va directamente hacia su cara, imitando como si yo quisiera asfixiarla.

(T/N): Aparta la almohada de su cara — Vale vale, ¡solamente para! ¡Carajos!

Le sonrio maniáticamente. Si, si, como si le voy a escuchar sus súplicas.

— Nope. — Le tapé otra vez su cara con la almohada, pero más fuerte. Se escucha un grito de frustración salir de (T/N).

(...)

(Narrador)

A las afueras de la casa donde se encuentran las hermanas, se encuentran tres demonios, estando en un árbol, intentando contemplar lo que estaban haciendo las humanas.

Al parecer eran demonios enviados por Devil, obligados a apuntar y grabar todos los movimientos, acciones y diálogos de las chicas. Tenían la obligación, por las palabras de Diablo, a informarle cada hora, sí o sí, o sino, perderían sus cuernos.

Odiaban mucho este trabajo que les asignó el Diablo, pero lo odiaban más ahora mismo, por el simple hecho que empezó una tormenta, y empezó a llover a cántaros. Odiaban estar mojados y fríos.

Mejor era quedarse en el infierno. Mejor era ver quemarse a las almas pecadoras.

No debieron de ser pecadores.

— Por el amor del diablo, ¿cuánto tiempo tendremos que estar aquí? — Habló el demonio más alto.

— Cállate y ahógate en tu pena. — Le contestó el diablillo pequeño, intentando ver algo con su telescopio de mano, aunque no admitía que no se veía un carajo gracias a la lluvia.

— Maldición, ¿te crees el único que piensa así? — El diablillo más feo habló molesto. Dejó de ver su cuadernillo de apuntes. Estaba dibujando en vez de escribir informes.

El alto maldijo algo incomprensible.

♣¿𝙲ó𝚖𝚘 𝚟𝚘𝚕𝚟𝚎𝚛? /𝙲𝚄𝙿𝙷𝙴𝙰𝙳 𝚡 𝚁𝙴𝙰𝙳𝙴𝚁/♣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora