Como añadir Drama a tus novelas

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No hay nada más aburrido que una historia en la que no pasa nada. Excepto que tu intención sea escribir algo enormemente bello demostrando lo vacías que puedan ser tus primorosas palabras, una historia sin altibajos es aburrida.

Eso es así.

En el fondo a todos nos gustan los conflictos, los problemas, las situaciones difíciles. Tú, no mires para otro lado. Ambos sabemos que un poco de drama está bien.

Que conste que a mí no me gustan las novelas dramáticas. El drama por el drama no, por favor. Hay a quien le gusta, pero no es mi caso: una novela sólo con drama no es para mí. Pero sí reconozco que una historia sin un poco de complicaciones en el camino del héroe (la muerte de un ser querido, una revelación dolorosa, engaños... drama al fin y al cabo) no es lo mismo.

El drama aleatorio no le gusta a nadie (o sí, pero no a mí, ya os lo he dicho) y, además, el drama justificado, el que tiene sentido para la historia y para los personajes, es mucho más real y mucho más intenso.

Pues si es tan importante habrá que saber darle su sitio, su lugar, saber cómo introducirlo... ¿Por qué no dedicarle un tiempo a estudiarlo?

Cómo añadir drama a tu novela

CÓMO AÑADIR DRAMA A TU NOVELA

La cuestión dramática

Puesto que no soy muy versado en el drama, me puse a buscar como loco información sobre él en todos los sitios imaginables. Buscaba formas de introducirlo cuando encontré esto: la cuestión dramática.

¿Qué es la cuestión dramática? Doug Eboch lo define en su blog como la columna vertebral de tu historia, aquello sobre lo que va a sustentarse todo. No es el tema, tampoco es el argumento. La cuestión dramática es la pregunta que se hace el lector y que lo invita a seguir leyendo para poder encontrar la respuesta.

Esta pregunta es una cosa simple, sencilla, que debe recoger toda la incertidumbre de la historia. Si un personaje tiene un dilema o un conflicto, ¿cómo llegara a la resolución de este? O, lo que es más importante, ¿llegará siquiera a solucionarlo?

Esta pregunta no aparece (necesariamente) de forma explícita en el texto, sino que es una especie de acuerdo no hablado con el lector: yo te doy la pregunta y vas a tener que leer para encontrar la respuesta. Cuanto antes aparezca y más clara sea la cuestión dramática, más fácil es enganchar al lector.

Como dicen en The Write Practice, la cuestión dramática es por qué Crepúsculo es un éxito de ventas. Aunque, fuera de bromas, es cierto que hay algo de verdad en esta afirmación: la cuestión dramática es la razón por la que Crepúsculo ha vendido millones de ejemplares (no es la única razón, pero es una de ellas). Desde el principio te deja clara la duda: ¿podrán Edward y Bella estar juntos pese a ser este un vampiro?

Recuerdo un día hablando con mi tía sobre Cincuenta sombras de Grey. Me dijo que no le gustaba tanto y que incluso había partes mal escritas, pero que quería seguir leyendo por la intriga de qué era lo que le había pasado a él para ser así. ¡Ajá! Cuestión dramática.

Piensa en cualquier historia y verás que, de fondo, hay una cuestión dramática, una pregunta cuya respuesta ansías: ¿Qué pasará cuando salga la Luna Roja? ¿Conseguirá Harry derrotar a Voldemort? ¿Conseguirán destruir el Anillo Único? ¿Conseguirá Jack el Talismán para salvar a su madre? Todas esas cuestiones necesitan una respuesta, una resolución.

Pero la resolución no puede ser directa, ya hemos dicho que nos gustan los problemas, nos gusta el drama. No todo puede ser un camino de rosas: ¿gustaría tanto El Señor de los Anillos si llevar el Anillo Único a Mordor hubiese sido fácil? ¿Sin la muerte de Gandalf? ¿Sin el sacrificio que hace Frodo llevando el anillo y perdiendo la cordura?

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