Capítulo 9

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El castaño negó tan rápido que casi se disloca el cuello. Las personas comenzaron a murmurar, Akashi continuaba con la mano alzada hacia él, con una dulce mirada para que se animara.

Al final el castaño sintió los ojos de la banda sobre él, soltó un tembloroso suspiro y fue hasta el pelirrojo, quien le cedió el lugar frente al micrófono y le dio una palmada en el hombro antes de moverse a su izquierda. Kouki pegó un mini salto y miró la gran masa de personas, las manos le sudaron y las piernas le temblaban, oyó como Aomine decía algo de un chihuahua cuando el castaño se le acercó y le dijo la canción que quería cantar.

El moreno alzó una ceja pero asintió sonriente.

Los presentes guardaron silencio y el castaño sintió que podía respirar con normalidad: Akashi lo observaba con cariño, todos creían en él y ésa canción la había escuchado decenas de veces en las prácticas.

La letra estaba en su mente.

🎵🎵🎵

Él siempre quiso volver a cantar. Volver a intentarlo sin importar el dolor.. Para enorgullecerla.

La musica le recorrió el cuerpo, sintiendo los acordes de Akashi a un lado, con él presente podía hacerlo. Kouki tomó aire con un escalofrío y cantó.

Como nieve que se resiste a derretirse.. Vivo con estos sentimientos..

Su dulce voz bañó a todos los presentes, poniendo todo su sentir en aquella dolorosa letra con la que tanto se identificaba.

El rostro de su madre apareció entre la congruencia. Su dulce sonrisa, sus manos juntas con expectación mientras lo veía.

Sin apartar los ojos de ese lugar que su recuerdo ocupaba, el recuerdo de cómo comenzó a cantar lo golpeó.

Cuando su madre acabó de enseñarle al ultimo niño del día en su casa, despidió al estudiante y se encontró con la sonrisa incompleta del pequeño Kouki, con unas partituras en sus manos y con un diente faltante en la boca, le pidió que le enseñara.

Ella asintió.

El castaño cerró los ojos con fuerza, alzando la voz para hacerse oír mientras sujetaba el micrófono con ambas manos. Exorcizando el dolor con temblores incontrolables.

El estribillo golpeó a los presentes como una ola, su sufrimiento se reflejaba en cada palabra dicha.

Los años pasaban y él comenzó a presentarse en los festivales de escuela, tocaba en las plazas, con sus antiguos amigos, todo era alegría y su voz, su encantadora voz hipnótica instruida por las enseñanzas de su amorosa madre.

El día de un festival muy importante llegó, vendrían personas importantes que podrían darle una oportunidad en el mundo de la música, pero Kouki peleó con su madre pues ella tenía que visitar a su hermano enfermo, quien asistía a una universidad lejana al pueblo, dejándolo al cuidado de su padre a pesar de que él la quería a ella en ese concierto.

Ella era su sustento a la hora de cantar.

"Ojalá nunca vuelvas!" le había dicho.

Estaba esperando su turno cuando la maestra llegó corriendo, tomándolo del hombro con una horrible expresión. La noticia de un accidente de auto lo interrumpió antes de salir a cantar.

Nunca volvió a intentarlo.. Se sentía enfermo de pensar en cantar de nuevo. Por su codicia ella se había apresurado en llegar..

Si no hubiera dicho aquello..

Pero era tarde para arrepentirse, ella jamás volvería. Su cariñosa mirada chocolate, su largo cabello negro. Jamás podría mostrarle a sus nuevos amigos, no podría presentarle a Akashi, de quien se había enamorado sin notarlo. Miró al pelirrojo, quien lo acompañaba con su guitarra carmesí con una seria expresión.

Le habría caído bien? Ella lo habría aprobado? Jamás lo sabría.

Miró el lugar donde la había visto pero una joven llorosa ocupaba en su lugar, cubriéndose los labios con emoción, sólo había sido una ilusión, como la idea de volver a verla.

Sólo podría verla en su mente, guardada por siempre en su corazón. Los días seguirían pasando, la gente continuaría creciendo, algunos llegaban y otros se iban, pero ella ya no estaría allí.

Y el horrible recuerdo de sus ultimas palabras dichas por un enojo estúpido jamás se borraría. Quemaba en su pecho como acero candente, pero al cantar, era como si aquella ponzoña saliera al fin.. Tornándose en el arte que ambos amaban.

Aunque tu ser llegue a perder su forma

Por siempre vivirás en mi interior

Mientras intento avanzar aunque no pude decir adiós..

Siempre estarás conmigo.

...

Kouki llevó una mano a su pecho, apretando su ropa, Akashi lo miró sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos. Miró al vocalista con un renovado respeto, notando que el llanto se desencadenó al cruzar sus miradas.

Todo el publico vitoreó y aplaudió posesos de la emoción y admiración a la bella voz. Los integrantes de la banda vieron con una mezcla de admiración y dolor al vocalista.

Akashi ignoró todo a su alrededor, se echó la guitarra a la espalda y lo encerró en un cálido abrazo. Kouki se desahogó entre espasmos, humedeciendo su remera negra. El pelirrojo lo guió lejos del escenario y las miradas curiosas con unos fuertes brazos protectores.

—Eso fue hermoso —Le dijo.

Los vidriosos ojos chocolate lo enfrentaron, pero sus palabras murieron en su garganta cuando los labios de Seijurou atraparon los suyos. Las suaves manos blancas estaban frías como siempre, causando un agradable encuentro de frío y tibio con las mejillas ajenas. Con un dulce cosquilleo en el estomago, Kouki estaba atónito cuando el pelirrojo se apartó, mordiéndose el labio.

—Quieres.. Ser mi novio? —dijo sonrojado. Kouki sonrió, el apenado pelirrojo había regresado.

—Claro que sí.. —Una enorme sonrisa adornó al pelirrojo, tomó sus manos y las besó, girándose para regresar al impaciente publico que los llamaba a gritos, pero Kouki lo detuvo— gracias. Gracias por ayudarme a superar lo que pasó.

—Yo siempre voy a estar para ti. Siempre puedes contar conmigo, Kouki.

Besó brevemente al castaño y ambos volvieron a tocar su última canción.

Esta vez a dueto.

...

Es una pena que el seiyuu de Kouki no tenga canciones porque de otro modo la hubiera usado.
Esta canción es del animé que me inspiró a escribir esta historia, se llama Given.

Gracias por leer.

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