Capítulo 4: Tiburones... ¿voladores?

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Gaara estaba paseando por la noche en un silencio arropador. Pensó que eso era la mejor opción para despejar la cabeza. Había sido un día muy largo: la charla del grupo ecologista llamado Akatsuki, que provocó un escándalo, las peleas diarias en el comedor por las mejores tapas y finalmente, la presión que sintió en la clase de teatro y todas las dudas que se sembraron en su cabeza. Era obvio que en Konoha no se sentía tan bien como le gustaría, pero cualquier plan era mejor que estar en el lugar que le recordaba al asqueroso de su padre.

Cuando recibió la invitación de Tsunade proponiendo estudiar un tiempo en su aldea, pensó que era buena idea. Ayudaría a estrechar aún más los lazos entre ambas villas. Al fin y al cabo, era mejor que pasear por las calles de Sunagakure, donde incontables veces se había sentido fuera de lugar. No obstante, aceptó con la condición de que sus hermanos pudieran ir con él y asistir a la misma clase. Sabía que iban a estar encantados y que no pondrían ninguna pega. Todo lo que fuera viajar y ver a viejos amigos era bienvenido. Y de esa forma se sentía más arropado que enfrentándose sólo a tantas cosas nuevas. Su aldea en comparación era más tranquila, y algo se removía en su interior al pensar que en cierto modo lo de Konoha no le disgustaba.

Sus pensamientos fueron acallados cuando unos ruidos repentinos azotaron la zona. Rápidamente corrió hacia la dirección de donde estos provenían.

Se detuvo en seco al ver a dos personas rodeadas por un pequeño grupo. De repente, fue consciente de lo que estaba pasando. Él sabía que de vez en cuando se producían luchas entre todo tipo de bandas. Incluso alguna vez había escuchado que Naruto y Sasuke discutían por cualquier, desde su punto de vista, tontería. Pero nunca se había molestado por verlo con sus propios ojos. Lo que iba a presenciar en aquel momento, para su disgusto, no iba a olvidarlo fácilmente y arrastraría todas sus demás preocupaciones.

Naruto se movía con dificultad esquivando los shurikens de Sasuke. En una ocasión, uno fue muy directo y le obligó a hacer un movimiento tan brusco que terminó cayendo sobre él, besándolo. Lo que para ellos debió ser un segundo, para Gaara pareció una eternidad. Algo en su interior se encogió, le empezó a doler el pecho tanto que tuvo que agarrar sus ropas con fuerza.

Tenía una enorme admiración por Naruto. Le consideraba su primer amigo y había cambiado por completo su visión del mundo. En clase estaba alerta por si necesitaba algo, aunque siempre se adelantaba alguien a sus necesidades. Era cierto que su dedicación no se reflejaba en sus resultados académicos, pero él sabía de antemano que se esforzaba en exceso, al igual que todos se preocupaban por su bienestar más de lo que el propio Naruto podría ver. Ya se lo demostró más de una vez: la soledad les había acompañado desde que nacieron, pero en sus manos estaba la posibilidad de cambiarlo; de hacerse oír, de hacerse querer, de envolverse de amor y afecto.

Pero, ¿qué se sentiría al besar a alguien? ¿Por qué la persona que considera su primer amigo, acababa de tener posiblemente, su primer beso? ¿Por qué se le da tanta importancia al primer beso? ¿Qué implican los besos y por qué lo hacemos? Fueron tantas las preguntas que cayeron sobre él, que tardó en sentir la presencia que había detrás. Al girarse rápidamente, vio una sombra subiendo a lo alto de una casa. Un segundo antes y podría haberlo visto.

El fin de semana había pasado volando y por primera vez, gran parte de la aldea pudo descansar en paz gracias a que los enfrentamientos habían cesado, al menos por parte de dos de las principales bandas. Aquel día Sasuke no había ido a clase y nadie sabía nada acerca de cómo se encontraba.

— Naruto, ¿estás bien? — preguntó Kiba, que se sentaba justo detrás.

— No, bueno... es sólo que, lo que pasó... olvídalo.

— Es que estás algo distraído. Más que de costumbre — guiñó un ojo.

— ¿Cómo no debería estarlo? Mira lo que ha pasado.

Hikaze (Fanfic Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora