Una tierra dividida entre mortales y inmortales, las leyendas eran ciertas, los monstruos feroces sedientos de sangre sí existen.
Elisa Archer, quién fue en su otra vida la primera inmortal, ahora se encontraría en el mundo de los mortales, sin reco...
"Cuando toda esta guerra absurda termine, te llevaré sobre la montaña, y volveremos a pedir deseos, juntos."
Mi mirada se cruzó con la de Isaac, sus ojos emanaban vergüenza, él no tenía idea. Respiré hondo y sin dejar continuar a mis padres con algo de valentía, sonreí.
—He estado caminando por los prados de la frontera a Mordlyn. —A mi padre casi se le sale el pulmón, tosió con gravedad, se atragantó con el vino de Cintra que habían traído la semana pasada.
—Elisa. —Gruñó sin esperar a que contestara, esta vez se equivocó.
—No. —La voz fuerte y clara, firme, sin titubear ni temblar. Cómo si hubiera tomado la fuerza de otra persona para poder hablar. Isaac, mis tres hermanas y mi mamá solo expectaban sin especular ni una sola palabra.
Tragué saliva, ya era muy tarde para retractarme, aún así tenía fuerzas, para levantar la voz y no agachar la cabeza, mi cuerpo no temblaba al tratar de desafiar a mis padres. Se sentía extraño, algo vívido el sentir esa fuerza, ese carácter, era como si no fuera mío, como si ya no fuera yo.
—He estado cerca del muro, solo para quitar el estrés y la presión que ejerce su...—Cerré los ojos y apreté la mano, enterrándome las uñas en las palmas—, su decisión, la cual no consultaron conmigo, ni me tomaron en cuenta.
Isaac se tensó en su silla, sabían bien a lo que me refería. La situación era tan incómoda, que me producía un extraño revoltijo en el estómago, sentía las piernas entumecidas, no me sentía yo, pero era yo; firme y dispuesta a defender el derecho que tenía a tener mi propia vida.
—Pero era de esperarse, no soy tu hija.— Mis ojos se abrieron y miraron la cara estupefacta de mi madre, o más bien, madrastra. Ironía; nadie en esa mesa, en esa cena familiar, era mi familia, a excepción del intento de padre descuidado que tenía.— Para ustedes, solo soy un objeto, que pueden intercambiar en un gana-gana, del cual yo no me beneficio en nada.
—Serias millonaria.— Refutó Thirya, una de mis tres hermanastras, en mi contra, torciendo los ojos, disgustada con mis comentarios.— Como yo.
—La pobreza se oculta más fácil que los golpes de un hombre.— La miré de reojo, sabía a la perfección el secreto de su esposo y Thirya. Ella se avergonzó ante mi comentario y guardó sus impulsos de querer reprochar lo anterior.
Todos hacían silencio, Isaac seguía tenso, mi papá se estaba mordiendo la lengua para no decir nada incorrecto, mi madrastra seguía estupefacta, y Lizz, quién era mi hermanastra menor, era la única que se le veía algo alegre, quizás me apoyaba, o quizás sacaría algo de beneficio en esta discusión.
—Te vas a casar, quieras o no.— Ignoró mis comentarios respecto a Thirya, supongo que tampoco le importa. Su única familia era el dinero.
—No.— Apoyé mis manos en la mesa y parándome de la silla, Isaac se encogió de hombros y me miró con negación; suplicando que no siguiera. Pero lo ignoré.
—¡Elisa, en esto mismo instante te ordeno que te sientes!— Imitó mi movimiento y golpeó con fuerza la mesa. En ese momento estallé, mis venas ardieron, mi ceño se frunció.
—¡No soy un objeto!— Caminé hacia la puerta y sentí un tirón en el brazo, era mi padre, apretaba tan fuerte mi brazo que sentía que se iba a romper.
¿Por qué no quería que fuera feliz? No era justo. Yo había nacido con el propósito que me diera mi padre, ¿qué clase de destino era ese?
—Suéltame.— Le dije mirando al suelo. Isaac se paró de su silla y comenzó a decirle a mi padre que me soltara. La luz del salón empezó a titubear, mi padre aflojó el agarre debido a esto, aproveché el momento y lo empujé. Mis hermanastras y mi madrastra se levantaron inmediatamente del comedor. Pero yo fui más rápida, y corrí por el pasillo de la casa, y salí. Era de noche, había algo de niebla, y todas las calles hacían silencio. Pero seguí corriendo, ¿a dónde se suponía que debía ir? No tenía idea.
Mis sentimientos confusos inundaron el sonido, y de la nada... Escuché un canto, una luz rojiza sobresalió entre toda la niebla. Mis pies se movieron hacia ella, fui seducida. La luna rebosó sobre la niebla haciendo competencia, y me adentré en el sotobosque.
❀
Enterré mis manos en el tronco de un árbol, estaba cansada, y no sabía por cuántas horas había estado corriendo por los adentros del bosque, había comenzado a nevar hace pocos minutos.
Solté el agarre y me estiré un poco, hace mucho que había dejado de reconocer el terreno. Me dejé caer sobre el pasto, la nieve caía sobre mi vestido, no podía respirar bien. Cerré los ojos pensando en la posibilidad de encontrarme con una criatura del reino inmortal, y que esta por la escasez de comida terminara devorándome.
No sabía cuantas horas habían pasado, pero aún seguía ahí, atrapada en medio de la primera nevada. Fue cuestión de minutos, para decidiera por fin pararme, los pies se me habían entumecidos, crujieron al dar los primeros pasos, no obstante no me importó, así que decidí seguir caminando. ¿Así iba a morir? Había sido deplorable, mis hermanas me habrían criticado.
¿Así voy a morir? Esto es muy cruel.
La luna brillaba, la intensidad con la que me abrazaba era casi sacra. Las luciérnagas me hicieron una tumba. ¿Acaso había logrado ser alguien? ¿Disfruté la vida tal y como siempre quise?
Mamá, dónde estás.
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