Capítulo 3

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Dolor, muchísimo dolor; eso sentía. No sabía si era la discusión con mi padre, o había sido estar por tanto tiempo en el bosque.
La cara me dolía, pero me sentía inexistente. Sentí algo de viento acariciarme los pies, fue cuando dejé de rebuscar en mis vagas memorias, y extendí los párpados.

Estaba acostada en una cama, no llevaba el lindo vestido de azul suave.
Una sábana rodeaba mis piernas y torso, ¿dónde estaba?
Esperé a que alguien se acercara a mí y me dijera: "Así que ya despertaste", pero eso no ocurrió, usualmente es lo que despierta o motiva a la protagonista para salir del lugar en el que yacía, pero ese no fue mi caso.

Me quité la sábana de encima, tenía un ropaje completamente diferente, se me pusieron los nervios de punta al pensar en cómo esa vestidura tan marchita había llegado a mi piel.

Finalmente, después de divagar me paré de la cama, estaba en un cuarto, había una gran ventana que daba vista a un paisaje otoñal, ¿por cuánto tiempo he dormido, o era que acaso a este lugar aún no llegaba el invierno?

―Por estos lares nunca llega el invierno.― Una voz suave me acarició los oídos, como si me hubiera ronroneado, me sedució.
Inmediatamente me giré, me encontré a un chico alto de hebras color melón, sus orbes ámbar me absorbieron, tanto así que casi se me olvidaba el pequeño detalle de que había leído mi pensamiento.

Inmediatamente me puse atenta, y caminé hacia atrás. Estaba en la casa de un extraño, con ropa diferente a la que llevaba, no sabía cuánto tiempo había dormido, mucho menos sabía si esa persona era altruista o buscaba algo de mí―aunque sinceramente me siento muy insignificante, como para pensar que le sería útil a alguien―.

―Tranquila~, no muerdo.― Me sonrió, tenía unos ojos profundos, una mirada zorruna que casi mareaba de lo perfecta que era.― ¿Elis Archeron?

―No, Elisa.― Corregí mientras apartaba mi mirada minuciosa, y entrelazaba mis manos.― Elisa Archer.

El chico se dejó recostar sobre el marco de la puerta, me miró de arriba a abajo, pero no tenía nada de sorprendente. Nuestras miradas se cruzaron por unos segundos.

―Usualmente las mortales no son tan lindas.― Dijo apartando la mirada, justo iba a responder y comenzar a preguntar el por qué estaba en ese lugar.― Te encontramos sobre un helecho de hojas, toda cubierta de nieve. Nos sorprendimos al saber que no estabas muerta de hipotermia, pero terminaste casi que a la entrada de nuestro territorio. ―Mordí mi labio, pensé en mi familia, qué estarían haciendo o siquiera si me estuvieran buscando, de seguro no.

―Yo también creí que moriría, de seguro ustedes me encontraron a tiempo.― Suspiré. Aún estaba algo asustada, respecto al por qué seguía ahí, no me sentía agradecida.

―Estabas tan fría y pálida, jamás había visto a un mortal que tuviera la capacidad de controlar su temperatura.― Arqueó una ceja y se acercó a mí, sentándose en la cama.― No tienes que tener miedo, rara vez la barrera deja pasar a mortales a su territorio inmortal, la magia se compadeció de ti.

¿La magia se compadeció de mí? No era tan importante para tanto.

―¿Cuál es su nombre?― Me recosté sobre la pared al lado de la ventana, evitaba mirar aquellos ojos tan hipnotizantes, la belleza inmortal era severa.

―Azir, y este es mi territorio.― Me sonrió cuando desvié la mirada hacia él, parece algo amable.

Un chico de hebras color ocre dorado y orbes ámbar, con facciones iguales al chico que se hacía llamar Azir, entró a la habitación con las manos escondidas en sus bolsillos.
 
―Si crees que él es guapo, deberías observarme a mí.― Y acorde a sus palabras, sí; el chico que a penas había entrado tenía una apariencia increíblemente sexy.

Elisa Archer: InmortalesWhere stories live. Discover now