IV

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❥;;  o h   n o

7:1O p.m

Esa brisa de la tarde lo despeinaba y no le dejaba ver bien, aun así esa sensación le relajaba bastante y no le molestaba. El atardecer ya se podía apreciar y ese cielo rojizo y anaranjado era un paisaje agradable para la vista de Rubén. Solía salir a dar una vuelta antes de entrar para cenar, su skate era su fiel compañero junto con la música, un clásico.

Un joven muy solitario pero que extrañamente lo único que hacia era pensar en aquél chico con el que había compartido buenos y malos momentos, Samuel. No le veía ya desde hace una semana y realmente le extrañaba.

ㅡ Ugh, eres un tonto. No te vuelvas sensible por una persona. ㅡ se hablaba a si mismoㅡ

Samuel había desaparecido después de haber pasado tres días juntos, después de aquella linda tarde de la otra vez. Se sentía usado, se sentía un tonto e incluso triste.

ㅡ ¿Acaso todo era un plan? Pensé que era mi amigo. . .

Sus puños se apretaron, estaba muy enojado consigo mismo, él sabía que nunca debió ser amable con aquél joven. Pero las cosas ya estaban hechas, aún así se preguntaba donde estaba. Había jugado con sus sentimientos y eso nunca lo iba a perdonar.

Sacó de su bolsillo una pequeña hoja, era un poema que había escrito Samuel para él. Lo miró fríamente y lo partió en dos, lanzandolos al aire.

ㅡ ¡Hey! Doblas, aquí ㅡ Rubén alzó la mirada, eran sus "amigos"

ㅡ Hola chicos, tanto tiempo. . .

Era la hora de la cena, se sentó con ellos en la mesa, no le quedaba de otra. Estar solo no era muy lindo.

ㅡ ¿Qué te había pasado? Hace una semana que no nos veíamos.

ㅡ No, nada. Necesitaba despejar mi mente ㅡ desvío la mirada hacia la ventana.

Ya era tarde, siempre era el último en ir a la cama. Las monjas estaban acostumbradas a sus reglas, había generado muchos problemas años anteriores asi que preferían dejarlo así.

Solía recorrer todo el lugar con su skate antes de ir a dormir, era su rutina diaria. Pasando por el oratorio, los comedores, la cocina, las oficinas de los obispos y personas con poder.

Paró inmediatamente de andar al ver esa gran Cruz al final del pasillo. Ahí estaba el Obispo Amadeo. Debía aprovechar esa oportunidad. Tomó su patineta y tocó levemente la puerta mientras asomaba la cabeza.

ㅡ ¿Obispo? ¿Puedo pasar?

ㅡ Persinate.

ㅡ Oh, sí.

Luego de acabar aquél acto se dirigió lentamente hacia el señor. Se sentó en la esquina de uno de los asientos y por consiguiente se puso a hablar.

ㅡ Señor. . . Yo. . .

ㅡ ¿No deberías estar en tu cama? Pequeño. ㅡ miró aquella cara de pena que traía Rubén. ㅡ Habla rápido.

ㅡ Me gustaría saber qué es de. . . Digo, si le pasó algo a. . . ㅡ Suspiró ondo y miró fijamente al obispo ㅡ ¿Donde está Samuel? ¿Samuel De Luque?

ㅡ Oh, el querido Samuel. ㅡ se dio la vuelta para mirar la cruz ㅡ No creo que deberías perseguirlo.

ㅡ ¿Eh?

ㅡ Él no quiere estar contigo, no eres su tipo de amigo. Él es un chico educado y muy buena persona, mientras que tú. . . ㅡ giró la cabeza para mirarlo ㅡ

ㅡ Imposible.

ㅡ ¿Imposible? Él mismo vino a decirme todas estas cosas. Creo que deberías respetar su decisión.

Rubén tomó sus cosas con toda su fuerza y salió rápidamente del lugar. Ignorando aquél grito de Amadeo para que se persinara al salir. No lo podía creer, ahora si que que se sentía un tonto, un gran idiota.

ㅡ Maldito hijo de perra. ㅡ corría en dirección a su habitación, estaba furioso.

Pateo con toda su fuerza la puerta, alertando a todos detro, nadie se atrevió a hablar. Sabían que les iría peor. Se acostó en la cama y cubrió todo su cuerpo con las sábanas, tenía vergüenza, había sido usado y eso era muy feo. Muy feo para cualquiera.

¿Por qué?

Era lo único que pensaba Rubén, la noche pasó rápido. Los rayos de sol cubrían la cara del muchacho, necesitaba ver a Samuel. Necesitaba una respuesta, quería golpearle, iba a golpearle.

ᴘʀᴏʙʟᴇᴍᴀᴛɪᴄ ¡! ㅡ ʀᴜʙᴇɢᴇᴛᴛᴀ (Arreglando Detalles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora