CAP.20 Obstáculo.

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(...)

Los dioses si castigaban dos veces.

Pudo deducirlo por la mala racha que estaba teniendo últimamente desde la aparición del otro Ruben en su mundo y, por consecuente, todos los sucesos que desencadenaron su aparición hasta estar ahí, luchando por una vida que no sentía del todo suya, por sus amigos que hace mucho habían dejado de serlo en su propio mundo.

Pero, si alguien cuestionaba sus propios pensamientos, diría que todo había valido la pena, porque ahora, por muy doloroso que fuese, sabía que estaba haciendo lo correcto.

Lo correcto, porque estaba cumpliendo el deseo de Vegetta de dejarlo ir, lo correcto, porque sus compañeros y amigos vivirían sus vidas, libres e ignorantes de todo lo ocurrido. Lo correcto, porque a pesar de desear profundamente dar la vida de todos por Vegetta, no lo estaba haciendo.

Entonces, ¿Porqué?

¿Porqué le temblaban las piernas?

¿Porqué sentia sus ojos humedecer al ver al amatista luchar por todas esas vidas? Quienes lo admiraban y seguían ciegamente a donde el fuera.

¿Porqué tenía ese constante dolor en el pecho que le pedía a gritos impedir lo que estaba apunto de suceder?

Más aún, ¿Porqué no le hacia caso?.

El olor del polvo llegó a sus fosas nasales, los ligeros destellos de luz que se asomaban entre la capa de niebla pegaban directo a sus ojos. Incómodo, se giro hasta quedar boca arriba, tratando de recordar que es lo que había sucedido con el desde que empezó esa ardua lucha por Karmaland.

Sus ojos, cansados y adoloridos, buscaron alguna señal de vida, pero solo escuchaba el ruido del aire ser cortado por las espadas, supuso, de los otros héroes de Karmaland.

Se miro a si mismo, tenía algunos rasguños, uno que otro corte pero nada que fuera de urgencia. Recordó entonces que cayó en plena lucha por el cansancio, a pesar de no estar herido, nunca en su vida había blandido su espada como aquella vez y solamente cayó.

Era débil, lo sabía, pero supuso que gran parte de su cansancio se debía a sus ajetreados pensamientos negativos.

-Rubius-Una voz lo llamó desde el extremo derecho, visualizo un par de alas grandes despejar, con un suave aleteo, la neblina y el polvo que les rodeaba.

Fargan, con una sonrisa a pesar de su condición física deplorable, le tendió mano y replico, con devoción sin ser consiente de lo que les esperaba- Mira hacia allá.

Rubius se levanto y por instinto volteo hacia donde Fargan observaba. No muy a lo lejos estaba su prometido, sujetando fuertemente su espada de diamante, la cual atravesaba al ente causante de los desastres actuales.

Un silencio abrumador invadió toda Karmaland, pareciera que el tiempo se había detenido por un instante.

Un simple "puf" fue lo que se escucho y acompañado de ello, aquella capa de oscuridad, cayó tan misteriosamente como apareció.

-Lo logro-Luzu tenía razón, su amado prometido lo logró.

Salvo Karmaland.

Pero posiblemente a cambio de su vida.

El pueblo victorio, y junto con ellos, los héroes, quienes comenzaron a salir de sus pequeños escondites cuando vieron que la situación estaba casi por perdida o más bien, cuando ellos se vieron perdidos.

-No-Fargan volteo a verlo con duda, era el único que no tenía una sonrisa pintada en labios ante el recién logró de Karmaland.

-¿No? ¡Pero si ganamos!

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