Cap.6 Ya nada es como antes

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(...)

Desde que tuvo la cita con Vegetta, las cosas para el híbrido habían mejorado bastante; denotaba una alegría y confianza extremadamente contagiosa. Sus compañeros incluso preguntaban que le habia pasado para estar de esa forma con tantos problemas al rededor, pero el solo respondía con una sonrisa y un dedo sobre sus labios, ocultando su pequeño secreto, no tan secreto, de su amorío.

Un día nuevo llego y con ello mucho trabajo que hacer.

Como siempre, la organización la dirigía el azabache y hoy le tocaba a todos quitar las cosechas buenas y malas del pueblo para replantar. Aunque no pareciese pesado, vaya que lo era y llevaba mucho tiempo, así que desde temprano todos estaban ahí, incluso su contraparte, la cual pensaron que forzándolo a trabajar arduamente hasta agotarlo lo harían hablar.

— ¿Entonces? — Luzu quito el sudor de su frente, apoyando la pequeña pala de diamante sobre la tierra. Alex estaba a su lado y el oso también, al menos físicamente, pues no paraba de navegar en su mente y emocionarse por los recuerdos que se llevó de esa noche—¿Cómo te fue en tu cita? —Interrogo con una sonrisilla pícara.

Rubius reaccionó, escuchando en boca de otro su noche perfecta. No reaccionó a la defensiva, sino con un largo suspiro amoroso.
El rostro de Alex formuló una mueca de asco por esta acción, pero como solía ser el y su naturaleza chismosa de saber que había ocurrido, comenzó a codearlo para que hablara

—¿Te portaste bien con Vegettita?

—Nunca le haría daño ni nada que el no deseara— El par mostró una sonrisa sincera, pues sus palabras iban con la misma intención— No sabes lo bien que me la pase con el, hablamos, reímos, bailamos bajo la luz de la luna.

Fue perfecto.

— Por los dioses, para, harás que regrese mi desayuno —Gesticuló el más bajito del grupo, metiendo uno de sus dedos a su boca y simular el asqueroso sonido del vómito.

Luzu le dio un zape directo a la nuca, con cierto enojo por la interrupción de aquel relato romántico, pero Rubius no se molestó, estaba tan metido en su mundo perfecto.

— Luzu, nunca pensé enamorarme así de una persona, pero de verdad quiero algo serio con Vegetta, ya sabes "sentar cabeza" —El de cabello castaño tanto como Alex detuvieron su pequeña riña y prestaron atención al híbrido.

Hablaba enserio y eso les pareció increíble, pues nunca pensaron escuchar esas palabras salir de la boca del rebelde y juvenil oso, mucho menos que, el que le pusiera los pies al suelo, fuera el mismísimo líder de Karmaland. Eran tan opuestos que verlos juntos resultaba en una mezcla perfecta de armonía y destrucción.

—Pues tienes todo mi apoyo para eso —Toco su hombro y alzo un dedo de forma aprobatoria—Mami Luzu los apoya. 

— A mi me da repelús verte tan romántico y mimoso —El bajito alzo la mirada, con una sonrisa tosca pero alegre hacia su compañero— Pero te apoyo en lo que desees hacer.

Y así era, el trío se unió en un abrazo, seguido de risas incómodas por lo pegajosos que estaban por el sudor mediático del arduo trabajo.

No notaron la presencia de alguien más, sino fuera porque escucharon el azotón de una bolsa al suelo.

Vegetta se les había acercado.

Al parecer recién llegaba, por la suciedad de su ropa y algunos arañazos en sus brazos, dedujeron que había terminado su labor de ir a las minas cercanas a picar material extra por si hacía falta.

— ¿De qué tanto hablan? —Estiro sus brazos con cansancio, pero no recibió respuestas inmediatas, más que miradas discretas, tratando de ocultar que había llegado a una plática privada que lo incluían a el—¿Ya casi terminan?

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