Existe un famoso período negro (así lo definieron Diego y los demás) que ocurre una vez al año en la vida de Emilio. Es decir, se trata de una semana en la que Emilio desaparece, se cierra en su casa, en su silencio, en su dolor. Tan pronto como se acerca el aniversario de la muerte de su abuela, Emilio la piensa y la piensa y se siente mal y reacciona al dolor de la manera que mejor conoce, cerrándose en sí mismo, hasta que ese maldito día termine y finalmente pueda buscar dejar ese pensamiento a un lado y volver a su vida habitual.
Joaquín nunca ha tenido la oportunidad de vivir con él esta semana, después de todo, Emilio nunca ha sido más que el mejor amigo de su novio y sabía lo extraño y triste que era Emilio en esos días solo a través de Diego, por su preocupación y sus constantes intentos de estar junto a él e intentar al menos arrancarle una sonrisa.
Así que pronto se da cuenta de que este famoso período negro de Emilio llega de manera muy gradual, pero el comienzo de todo es lo suficientemente claro e impactante como para hacer que Joaquín comprenda que de repente hay algo mal. Se da cuenta una mañana cuando se despierta en la cama de Emilio y no lo encuentra a su lado. Son las cinco de la mañana y oye el agua de la ducha que fluye en el baño y no suele suceder que Joaquín se despierte tan temprano, de hecho, prácticamente nunca ocurre. Lentamente se está acostumbrando al hecho de que Emilio es un tipo que disfruta las mañanas, entre el gimnasio, el café y otros compromisos, siempre se despierta a esta hora mientras él... bueno, definitivamente muchas horas después.
Entonces decide sorprenderlo, también porque el pensamiento de Emilio en la otra habitación mientras él está aquí no lo dejará volver a dormir. Entonces se levanta de la cama, se quita los calzoncillos y la sudadera de Emilio (que usa con tanta frecuencia que prácticamente se ha convertido en suya ahora) y lo alcanza en el baño. Lo ve en la cabina de la ducha tiene la intención de ponerse champú en el pelo, cuando abre lentamente la puerta y lo sorprende colocando sus manos sobre sus hombros. Emilio se sorprende, se da la vuelta y se encuentra inmerso en los brazos de Joaquín.
"Hola", dice sorprendido, dejándose apretar por él.
"Buenos días" Joaquín lo saluda, dándole un beso en el pecho antes de sumergir sus dedos en su cabello. "Me levanté de la cama para pasar un tiempo contigo", señala y Emilio sonríe ligeramente, apoyándose en el pequeño estante de mármol que está cerca de la pared. Joaquín automáticamente se hace espacio entre sus piernas y continúa lavandole el cabello, mientras que Emilio sostiene las manos en sus caderas y disfruta de sus caricias. "¿Estamos silenciosos esta mañana? Cuando nos despertamos juntos normalmente me desesperas de tanto que hablas".
"No tengo mucho que decir", murmura Emilio, encogiéndose de hombros y quitándole las manos de su cabello para llevarlas alrededor de su cuello y besarlo. Lo besa lentamente, lentamente, acariciando su espalda y apretándolo siempre un poco más fuerte.
Joaquín nota cierta melancolía en sus gestos, en la forma en que lo toca, en la forma en que lo besa, por lo que se separa a regañadientes de él para mirarlo a los ojos y tratar de comprenderlo un poco mejor.
"¿Estás bien?" Le pregunta, acariciando su rostro suavemente.
Emilio asiente, volviendo a meter la cabeza en la ducha para enjuagarse el pelo.
"Tengo prisa, los nuevos proveedores llegan al café esta mañana y es la primera vez que los veo" termina de enjuagarse rápidamente, bajo la mirada atenta y confundida de Joaquín, luego le da un beso rápido en los labios y abandona la ducha, dejándolo solo.
"Pero Emi-"
"Vuelve a dormir que es muy temprano", le aconseja Emilio, mientras se pone la bata de baño y sale del baño. Y Joaquín se queda solo bajo la ducha, preguntándose qué acaba de suceder, qué hizo para que Emilo se comportara de esta manera, qué estaba pasando en su cabeza. Luego recuerda la conversación que tuvo con Nicole y Diego hace unos días mientras estaban sentados en una de las mesas de su bar. Recuerda a Diego, quien después de observar a Emilio con aire preocupado, recordó a sus amigos que se acercaba el famoso período negro. Y Joaquín prefirió no pensar en eso, prefirió creer que este año hubiera sido mejor, casi tuvo la presunción de pensar que quizás ni siquiera se sentiría tan mal gracias a él, gracias a lo que están construyendo juntos, pero solo tuvo la demostración que el dolor tan grande que sintió Emilio hace cinco años lo continúa experimentando incluso ahora, todos los días. Que no hay forma de salir de ese gran dolor.
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Imprevisto | Emiliaco
FanfictionSe trata solamente de un bellísimo y fascinante... imprevisto