Sabía que mi hermana saldría de madrugada, pero no las quería ver marchar así que no quise salir a despedirme.
Siento que cuando te despides de alguien te estás resignando a no volverlo a ver nunca más. Y yo no quería eso, no podía siquiera aceptar la idea de Ya no verlas, saber que ya no las tendré para despertarme en las mañanas, para esperarme al regresar del colegio, ya no escuchar sus risas escandalosas, los berrinches sin sentido; sabía que me harían demasiada falta sus abrazos de Oso, ya nada sería igual su ausencia sería terrible. Pensar en todo eso me hizo llorar y quedarme acostada.
No quería salir de mi habitación me invadía la tristeza y el dolor no quería siquiera saber de comida.
Me sentí la persona más miserable de la vida, sentía como una parte de mi corazón se caía y en ese momento no había nadie conmigo, nadie más que yo Y el dolor.
Llegaron las 11am y me debía levantar, creí que por suerte mi madre no me había empezado a gritar diciendo que era tarde; pero en realidad mi casa se sentía vacía.
Escuche unos sollozos y fui a ver, era mi madre quien también lloraba, me acerqué a ella y lo intento disimular pero yo ya la había visto así que me acosté con ella y la abracé ambas necesitábamos ese abrazo.
Era hora de levantarse, sin ganas de nada. Ese día mi madre no fue a trabajar y no le importó en lo absoluto, pero a mi si me envió al colegio era semana de actividades así que no tenía tareas.
Recuerdo ese día se sintió demasiado largo, no quería hablar con nadie pero se acercó un chico (yo lo había visto antes en algún sitio).
Me saludo y sin energía respondí a su saludo.
-Te conozco (pregunté)
- Claro, bueno eso creó. Soy primo de Andersson.
- Aa okey. Sabes cómo se encuentra
- A si mucho gusto ya me acuerdo-replico intentado hacer plática pero yo no estaba de humor.
-Sabes como se encuentra Andersson? -dije de nuevo pero la voz me salió en un hilo.
De un momento a otro el chico me tenía en sus brazos sin palabrerio me abrazo más fuerte y no me solté, enserio necesitaba eso.
En un susurro me dijo -Esta en cuidados intensivos, esta muy grave.Sentí la noticia como un balde de agua fría y lo mejor que pude hacer fue abrazar al chico y llorar. -No lo quiero perderle dije.
No puedo, no quiero, no estoy dispuesta a perder a mi mejor amigo.Transcurrió la tarde no sé ni qué sucedió, en la salida me quedé parada donde siempre esperándolo no aceptaba que no llegaría. La emoción recorría en mi era momento de darle una respuesta.
Sentí como alguien me abrazo y me dijo -Hoy yo te acompaño, vamos!!
Me negué, pero luego cedí.
Llegué a mi casa me dirigí a mi habitación y no sé a qué hora pero me quedé dormida.