Prólogo
En un hospital de Madrid, España.
ELISA
Me dolía la cabeza.
Mejor dicho, me dolía muchísimo la cabeza porque no había dormido nada, pero no podía quejarme: está era la vida que había elegido. Esto era lo que significaba ser doctor, pero aun así, levanté la mirada, para concentrar mi atención en la pelinegra de piel morena.
—No voy a ir. — mi voz es firme, llena de decisión y ella me mira con los ojos entornados, negando con la cabeza, porque sabía que aunque no estaba diciendo nada, no tardaría en hacerlo.
La miro indignada, pero por supuesto, eso no le importa, porque según ella, ya se hizo inmune a mis miradas cargadas de odio fingido.
—No lo voy a aceptar. — dictamina, aún con más decisión que yo.
—¡No me puedes obligar!
—¿Quién dijo que no? — ella pregunta con una sonrisa traviesa que no me gusta para nada.
—Tengo muchas cosas que hacer. — solté, dejando de poner mi completa atención en ella, para colocarla en los papeles que tenía encima del escritorio.
Esto también era parte de mi trabajo, no solo salvar vidas. Estos papeles se llevaban la mayoría de mi día y no sabía cuándo los había dejado acumular tanto y...
—¡Vamos, Elisa! ¿Qué es lo que tanto tienes que hacer que te niegas a salir una simple noche con tus amigas? — inquirió, con cierto enojo.
Levanté la vista y la volví a concentrar en ella y aunque ni siquiera fui capaz de hablar, enumere en mi cabeza las cosas por las que no podía aceptar su octava décima invitación.
1) Tenía mucho trabajo que hacer o eso quería creer para seguir teniendo la excusa para negar la misma incitación que me hacía ella todos los viernes y sábados cuando ninguna tenía guardia.
2) No podía permitirme tal cosa (ni siquiera sabía por qué estaba pensando eso).
3) No sabía (ni me gustaba) bailar.
4) No tenía ropa acorde a la ocasión (¿se podía ir con un vestido de gala a un antro? Estaba segurísima que no).
5) Posiblemente tendría reunión con el jefe del Hospital (aunque él me había dicho que lo dejó para mañana)
6) Mis padres no aprobarían tal comportamiento (está era la razón más importante de todas).
Y la más importante de todas:
7) Jamás (ni siquiera una vez en mi vida) había asistido a una fiesta.
—¿Tienes una parálisis en la lengua o qué? — volvió a preguntar ella, con los ojos entornados, haciéndome salir de mis pensamientos.
—No puedo. — susurré, apretando los puños.
—¿No puedes o no quieres? — preguntó, con cansancio.
Suspiro.
—Creo que deberías entender un simple: «no». — solté.
—Lo entendería si supiera que lo dices de verdad o no por miedo a hacer algo que nunca has hecho y que, por cierto, es algo totalmente normal a nuestra edad.
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El caos de Elisa [Whittemore#3]
RomanceLIBRO 3 DE LA TRILOGÍA WHITTEMORE. El caos de Elisa Todos parecían saber quién era Elisa Whittemore, porque bueno, ella era la perfecta doctora que se graduó con honores en una de las mejores universidades del mundo, además de ser la primogénita del...