Capítulo 3

75 10 1
                                    

Hoy en la mañana mientras hacía mi desayuno, deje la estufa prendida luego de retirar la sartén para mirar la flama detenidamente, recordando que cuando era muy chico, dejaba mi mano por pocos segundos cerca de ella, yo sabía que si dejaba más tiempo mi mano, me quemaría gravemente. Me pregunto cuánto tiempo ha tenido Afrodita la mano sobre la flama, quemándose y consumiéndose, llorando de dolor... pero no la retira. No puedo dormir en las noches, tengo ataques de insomnio que son incontrolables, arrugo las sabanas y quiero gritar porque mi mente siempre está pensando en Afrodita y en lo que ese bastardo puede hacerle. No tengo pruebas, no puedo llevarlo a la cárcel, porque el muy hijo de puta oculta las evidencias y Afrodita es su cómplice, que no dice nada.

¿Por qué lo hace? ¿Por qué está con esa persona que lo hace tan infeliz?

Me gusta cuando nuestras miradas se encuentran, aunque sea por pocos segundos. En ocasiones que tienen intervalos diferentes en los días, cuando Afrodita sale a caminar, o más bien, cuando Saga lo deja salir. Parece que le gusta mi compañía, porque nunca me niega ya una salida. Hubo un día que Afrodita escapó, en ese momento yo me encontraba en mis paseos nocturnos, lo vi correr rumbo a otra dirección y entonces me decidí a seguirlo, no lo dejaría solo nunca, nunca, nunca.

Las lágrimas se desbordaban por sus ojos y cayó tropezando con una piedra. Afrodita se giró aterrado cuando sintió que alguien lo perseguía, pero soltó un suspiro de alivio, un suspiro doloroso cuando vio mi figura intentando ayudarlo. No dijo nada, sólo lloro, y se quejó y pidió que lo escondiera por una noche. Como buen "amigo" como el me veía solo obedecí a su palabra, guiándolo rumbo a mi casa, donde lloró por muchas horas, Afrodita nunca había llorado tanto, y yo nunca había sido tan infeliz. Lloro hasta que se quedó dormido, yo quería permanecer despierto, por muchas, muchas horas más para contemplarlo, pero el hechizo de Morfeo cayó sobre mí y me dormí. A la mañana siguiente lo desperté con un perfecto desayuno, un emparedado y jugo de manzana. Afrodita se talló los ojos y me miró.

-Gracias Milo- Pronuncio el.

-No agradezcas- Logro formular.

Afrodita come deprisa el desayuno que le prepare, como si nunca hubiera probado bocado. Yo lo observo, me encanta observarlo. Cada detalle que él poseía era hermoso, con la piel suave y ¿Ya mencioné que siempre huele bien? Su cabello delicado, sus labios carnosos extremadamente sensuales, sus rasgos cincelados y sus ojos que me recuerdan a un cielo despejado. Mientras mis ojos viajaban por su cuerpo, logro descubrirlo, su dolor, su ardor, su insomnio... el morado en su piel blanca. Me odio, me detesto, por no poder hacer nada por él, cierro mis manos formando un puño, apretando muy fuerte aun si del empieza a salir un hilo de sangre.

-¿Quién te hizo eso?- Alcanzo a decir cortada mente.

Afrodita deja de comer su emparedado y guarda silencio... un silencio muy largo.

-¿Qué...cosa?- El comienza a mentirme.

-Los moretones... los golpes... ¿Quién...- Doy un trago amargo de saliva -...ha sido?-

Afrodita deja de comer y baja su emparedado. Sonríe nostálgica mente, sonríe mal y dolorosamente, dice con una voz muy suave casi en susurro.

-Fue... un accidente- Mientras apartaba su mirada de mí.

-No.... ¡No es cierto!- Alcanzo a gritar, mi quejido se ahoga en mi garganta seca.

-De...de veras Milo... yo estaba...- Traba de decirme solo mentiras.

Cierro los ojos, el dolor me está consumiendo. Pero doy otro trago de saliva y logro mirar a sus profundos ojos celestes -Creí que tú eras más fuerte y decidido. El que reprendía a DM cuando peleaba por cosas absurdas con Shura. El que le decía a Shaka que sea más sociable, el que arreglaba los problemas de los demás y solucionaba las cosas...-

Afrodita se queda mirándome fijamente, parece impactado. Está asustado, no quiere decir nada y yo continúo hablando.

-Y ahora... ¿Qué eres? Tú eres como un ama de casa que es golpeado. Por alguien que ni si quiera es tu marido. ¿Eso eres Afrodita? ¿Eres un saco de entrenamiento? ¿Eres un objeto sexual de Saga? ¿Te gusta que él te pegue? ¿Te gusta callarlo? ¿Te gusta hacerme creer que no me doy cuenta del dolor que sientes? Lo escucho, el crujir de tus dientes, lo fuerte que late tu corazón. Y tu corazón no late por el hombre que amas, late por terror...terror que él vuelva a ponerte una mano encima...- Finalizo por fin mis palabras, ya no puedo soportarlo y al fin pude decirle lo que pensaba realmente o bueno solo una parte de ello.

Afrodita está callado, arruga su nariz y ahoga su llanto. Agacha la cabeza y su delicado cabello toca sus piernas que están acostadas en mi cama. Lleva sus manos a su cabeza, se muerde el labio inferior. Aprieto mi puño con más intensidad, agacho la cabeza también y la sabana comienza a ser testigo de gotas saladas que aparecen en ella.

Afrodita se da cuenta y levanta el rostro -Milo...tú... ¿Estás...estás...?-



Continuara...

Tú no lo entenderíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora