Capítulo 2

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Detesto los jueves y detesto el olor a café amargo. Lo odio porque esos olores y esos sabores van acompañados de lágrimas de la persona que amo. Todos los jueves pasó "accidentalmente" por esa cafetería y me lo encuentro. Él está sentado, con su cabello largo y un poco ondulado que siempre huele muy bien. Yo sonrío y me siento junto a él. El parece intentar sonreír.

-¿Estás bien?- Logro formular.

Él se acomoda el cabello un poco atrás de su oreja y dice -Lo de siempre. Me encuentro bien ¿Y tú?-

Entonces yo finjo que le creo, y ambos comenzamos un juego donde ambos nos mentimos, él dice que está bien, pero hay rastros de lágrimas en sus mejillas, yo digo que también lo estoy, pero en realidad aprieto mi puño muy fuerte suprimiendo mi enfado, porque sé que él no lo está, sé que él no es feliz, sé que a él lo está golpeando, y sé que quiero destruirle el rostro.

No, no le destruiría sólo el rostro. También le cortaría sus manos, los dedos, le trituraría los huesos y lo haría pedirle perdón con el cuerpo entero en el suelo, creo que juntarme debes en cuando con DM saca un lado sádico de mi pero aun así no puedo hacerlo....porque entonces, Afrodita me odiaría, y lo que menos quiero es que el me odie. Le invito siempre un postre, lo dejo elegir el que a él le guste, me guardo todo el dinero que gano para comprarle cosas y hacerlo feliz aunque sea media hora. Afrodita generalmente se niega pero al final acepta, elije un postre al azar y se lo come entero, como si no hubiera comido en días. Yo lo observo detenidamente, cada pedazo de nata, cada migaja de pastel que queda en la comisura de sus preciosos labios. Tiene los labios más hermosos que yo haya visto, están perfectamente definidos, hay algunas veces donde sueño que tengo la oportunidad de besar lo, morderle el labio inferior y hacer que el ría, sin embargo a veces pienso que no debería hacerlo, que no debería morderlo, porque eso le causaría dolor, y Afrodita ya está teniendo mucho dolor.

Afrodita mira el reloj y dice que es hora de regresar a casa o tendrá problemas.

Yo le pregunto -¿Qué clase de problemas?- Y el solo guarda silencio.

Su silencio sabe amargo y picante, como una cucharada grande de canela. Afrodita agacha el rostro y yo me levanto, con mi dedo pulgar le levanto su cabeza para poder mirarlo mejor, su rostro triste hace que todo me sepa mal.

Yo le digo por milésima vez -Si hay algo que pueda hacer por ti, lo que sea sólo pídelo...-

Y Afrodita asiente, toma sus cosas y dice -Gracias...-

Entonces, como todos los jueves quedo ahí parado, con la cuenta en las manos y su aroma de rosas impregnado aun en la silla. Se lo he pedido a todos los dioses, que me den una sola oportunidad de estar más tiempo con él, pero Zeus se vuelve ciego, sordo y mudo. Y no escucha sus gritos de dolor, no escucha sus quejidos, no escucha sus llantos por la noche, no mira sus golpes debajo de su ropa, no mira los moretones que tiene en su espalda, y no le dice nada... no le dice cuándo lo sacará... porque solo hay una sola persona que puede sacarlo de ese infierno, y esa persona es el.



Continuara...

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