Capitulo 1

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Cada Día Cuenta

Mis ojos suavemente se avivaron mientras mi cuerpo empezaba a despertar de tal sueño profundo, mi conciencia volvía lentamente a mi , como mis sentimientos, un nudo profundo ahogaba mi garganta evitando que mis gritos atravesaran las paredes de tal habitación adornada de color blanco; Al igual que las correas sujetando cruelmente mis manos. El movimiento brusco alerto rápidamente a los guardias, no sabía que sucedía, no comprendía donde me encontraba, que día era, o... quien era.

Los enfermeros procedieron a apretar más las hebillas que rosaban con mi piel impidiendo que mi alteración causara mortificaciones a la calma de tal lugar. A lo que sentí como el bisel de una aguja penetraba bruscamente mi hombro derecho, el que se percibía con la misma sensación de ser bateado en la cara.

Mientras que sentía mi cuerpo liberarse de esa camilla de fuerza, mi mente no paraba de dar vueltas sobre si misma, los mareos comenzaron a expandirse hasta el punto en el que no podía ni mantenerme de pie.
Dos hombres vestidos de verde me levantaron llevándome hasta un ascensor, creí que el ascensor estaba descendiendo en dirección contraria, pues mis órganos querían desalojar mi cuerpo por mi boca.

Estos hombres me dejaron caer sobre una cama, la que se sentía como si estuviera conformada por piedras puntiagudas. Mientras que mi propio vomito, lágrimas y gritos comenzaron a bañar la almohada hasta volverla tan pesada como un yunque.

Unas cuantas horas pasaron y el putrefacto olor que encocoraba el lugar me despertaba poco a poco, mis ojos volvían a abrirse lentamente, sabia que si generaba la suficiente molestia estas personas entrarían de nuevo a sedarme, por lo que me recosté entre la cama y el suelo mirando la parpadiante luz que cegaba mis ojos mientras trataba de acostumbrarme a esta.

En este rato me percate de cómo era este lugar.

Paredes marcadas con tonos blancos, predominando el color marfil, aunque era opacado por los tonos castaños de los muebles que ocupaban una cantidad innecesaria de espacio para lo que parecía una habitación de hospital. No había ninguna ventana alrededor, por lo que recordé aquel ascensor que habría bajado unos 10 o 15 metros conmigo dentro. ¿En qué clase de lugar estaba? ¿Y por qué?

No lograba pensar bien gracias al olor producido por mi emesis anterior. No podía ni entender quien era, sentía como el pánico hacia temblar mis manos. Por lo que ansiosamente decidí tirar las sabanas y las almohadas a un pote de basura del baño. El lugar tenía dos puertas, una de color hueso que se encontraba cerrada desde afuera y otra de color canela al otro extremo de la habitación. Era un baño, un lujoso baño por cierto que fue corrompido por mi vomito.

No entraba en mi mente por qué alguien gastaría tanto dinero en un lugar así, pero inmediatamente preferí tomar una ducha por mi terrible olor a estar divagando una hora más en este lugar.

En uno de los armarios se encontraban prendas idénticas a las que acababa de retirarme; Vistiéndome silenciosamente volví a recostarme sobre aquel colchón tan incómodo. Era lo único que no cuadraba con dicha habitación -no podían pagar algo más cómodo-

Trate de volver a cerrar los ojos pensando que todo esto solo era una fea pesadilla jugada por mi propio subconsciente.

Pasado unos pocos minutos un timbre fuera de esta habitación empezó a fastidiar mi dicho intento de reposo, eran exactamente las 12 del mediodía según el reloj colgando sobre la pared. La puerta de color hueso que anteriormente estaba cerrada procedió a abrirse de un momento para otro, un hombre con bata de colores celestes asomo rápidamente su rostro al mismo tiempo que la puerta se abría de par en par.

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