➸Perfecta

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C h a n g w o o k;

Olor a café molido y bollos de chocolate.

Demasiadas personas para un local tan pequeño.

¿El problema? Un pueblo reducido y demasiados habitantes.

Las estrellas asomaban en el cielo y podías observarlas desde el gran cristal que daba hacia la calle principal.

Desconocidos entrando y saliendo, haciendo sonar la diminuta campanilla del lugar.

Muchas voces.

Pero ninguna como la de ella. Tenue.

La observaste, por bastante tiempo talvez, de allá para acá.

Exasperada hasta la médula, corriendo como una pequeña ratita en un gran laberinto.

Demasiado torpe.

Portaba un lindo cuello alto, junto con el delantal del recinto, mientras recorría el espacio con una bandeja entre sus manos, tratando de no perder el equilibrio.

Bastantes órdenes junto con un giró de talones fueron el detonante perfecto para que fuese demasiado tarde. Lo siguiente que percibiste fue el sonido de la vajilla rota bajo los pies de una chica confundida.

Ella era realmente predecible.

Había ocurrido demasiado rápido para todos los pares de ojos expectantes, excepto para los tuyos. Claro.

Un hombre, que caminaba algo apresurado, se interpuso en su camino provocando en el transcurso que la fuente resvalase de su agarre.

Y como resultado provocando al final que todos los recipientes terminasen en el suelo, rotos, sin que nadie pudiese percatarse de que la culpa pertenecía a aquel tipo, ajeno a su labor, y no a aquella chica.

Al instante muchos pares de ojos se posaron sobre aquella diminuta silueta.

Cohibida ante la cifra de espectadores. Intimidada.

- Vaya pedazo de.... - Se quejo el hombre frente a la chica, tratando de contener los malos modales. - Joder niña.

Inútil.

Bastante absurdo y poco sutil.

- Y-yo lo siento... Ha sido un error mío señor...

Como consecuente una reverencia. De sobra.

Le sentiste, mentía por miedo.

Nada estaba bien en ella.

Absolutamente nada.


La observaste temblar e incluso dejar de respirar.

La observaste ruborizar más de lo que un ser humano pudiese.

La observaste ceder.

Y al final entendiste.

Demasiado frágil.

Demasiado vulnerable.

Demasiado innecesaria.

Perfecta.

Sola en un callejón oscuro, sin nadie que pudiese escucharla más que ella misma.

Tragando esa chispeante sensación de tristeza dentro de si. Ahogándose en la soledad.

Permitiéndose solo un poco de calor al esconder su rostro entre sus brazos.

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⏰ Última actualización: Mar 13, 2020 ⏰

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