02 - Señor Encontronazo

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(Punto de vista de Camino)

El día amaneció increíble en Acacias. Mirando al cielo, que ya estaba azul y completamente limpio de nubes, parecía que este martes iba a ser calentito y lleno de luz. Desperté temprano, con mucha energía, y decidí sentarme en una sillita en el balcón, a dibujar. Qué mejor forma de empezar el día. Cogí mi cuaderno de dibujo y un carboncillo, como siempre solía hacer, una taza de té bien llena, y me senté, esperando a que las ideas vinieran o que mi mano empezara a moverse por ella misma.

La gente del barrio ya se movía por las calles para cumplir sus quehaceres y el paisaje no podía estar más bonito. Estaba tan distraída en mi burbuja que no me di cuenta de que Emilio también había subido a la segunda planta y me miraba desde la puerta del balcón.

- Mira que día más bonito que hace! - Comentó mi hermano tan entusiasticamente, que me asustó y me hizo saltar de la silla, dejando caer al suelo todo mi material artístico.

- Pero tú quieres que muera de un infarto? - Le contesté, medio molesta por el susto, mientras cogía el cuaderno y el carboncillo del suelo.

- Pues no. Pero, que yo sepa, el balcón es de todos y quería venir aquí pa' fumar un cigarrillo y mirar el cielo. Qué haces? - Preguntó, curioso, y sacó del bolsillo de sus pantalones una caja de cigarrillos para encender uno.

- Ay, que bien. Yo? Nada... Aquí, dibujando cosillas sin importancia. Pues, si te quedas, yo bajo y voy a ayudar a mamá, que hoy por la tarde habrá una gran fiesta en el restaurante y todo tiene que estar perfecto. - Le dije medio avergonzada. Sentí como las palabras me salían en un completo atropello. No quería que Emilio viera nada de lo que yo dibujaba, porque mis garabatos tampoco son gran cosa. Me levanté en una fracción de segundo y fui adentro.

Que pena que no puedo dibujar libremente, pensaba frequentemente. Mi mamá no era gran adepta de las artes, así que no le agradaba mucho que yo pintara en mi tiempo libre. Pero yo seguía haciéndolo porque, la verdad, sentía que era una manera de despejarme y expresar lo que, a veces, no me salía en palabras. Bajé las escaleras de dos en dos y crucé la calle para entrar en el restaurante, donde mamá ya estaba refunfuñando y correteando de un lado del salón al otro, con platos, cubiertos y copas de todos tipos.

- Llegas tarde. - Comentó sin cualquier expresión.

Mira que novedad me cuentas. Para ti, siempre llego tarde, pensé. Pero apenas me salió el "perdón" de la costumbre. No había nada que hacer. Hay cosas (y personas) que no cambian nunca. Y esa señora mi madre era una de ellas. Siempre tradicional, chapadita a la antigua. Que yo debo ser siempre una señorita de bien. Que no se sienta así. Que hay que estudiar para una buena profesión y que eso de las artes no es futuro. Que debería comprometerme con un buen chico, que me asegure un futuro de conforto y que no me falte nada. Disculpe, pero se olvida de que debe haber amor, madre. No me puedo comprometer con alguien sin sentir amor, le decía a veces, cuando terminábamos hablando d'El Tema mientras tomábamos el té.

- Qué amor, qué dices? El amor viene después, con el tiempo, el matrimonio y los hijos. El futuro debe ser al lado de un hombre que te cuide. Lo que sientes o no sientes no debe ser prioridad sobre el compromiso. Debes garantizar tu futuro, hija. - Respondía siempre mi madre, sonriendo.

Siempre la misma charla. Siempre la misma respuesta. Y a mi me daban dos opciones: contestar "sí" o contestar "sí". Así que nada. Simplemente, seguía diciéndole que la persona indicada no había llegado todavía. Porque yo sentía que no había llegado. En fin.

La hora de la comida fue bastante tranquila en el Nuevo Siglo. Mi madre me pidió que atendiera las mesas, registrando los pedidos de los clientes, sirviendo los platos y cobrándoles al final, mientras Emilio cuidaba de las bebidas y ella trataba de cocinar. Doña Rosina y Don Liberto vinieron a vernos un rato después y se sentaron en una mesa ahí fuera, a tomar un café. Nos dijeron en ese momento que la fiesta de hoy sería una Bienvenida para una personalidad de gran importancia que viajaba de París a Acacias.

Descubrimientos - Una fanfiction MaitinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora