Geralt de Rivia no admitirá. [Geraskier]

Geralt no admitirá...

...que realmente le gusta la voz de Jaskier.

[...]

Es irritante, Jaskier nunca se calla. Si no se está quejando, coqueteando o simplemente hablando, canta. Sin embargo, lo último no es tan malo. Aunque Geralt nunca lo admitirá, le gusta la voz de Jaskier.

Es suave, realmente dulce y arrulladora, como una fresca brisa de verano en el día más caluroso. Si no supiera que el bardo es un humano corriente, hubiera creído que era una de esas míticas criaturas conocidas como sirenas; hermosas criaturas con un canto atractivo e hipnótico.

Al principio Geralt había estado demasiado enojado con la presencia del niño como para apreciar realmente su voz, sin embargo, en una de las tantas noches que tuvieron que acampar en el bosque, frente a la fogata, Jaskier tomó su laúd y comenzó a cantar la más hermosa balada.

El brujo había dejado de afilar su espada para ver con sorpresa al castaño, quien no le estaba viendo, por suerte. Su perfil era iluminado por la luz del fuego, su voz sonaba baja, dulce y embriagadora de alguna forma. Diferente a los molestos chillidos que siempre soltaba, el brujo podía quedarse escuchándolo por horas.

Regresando a la espada, sonríe brevemente de lado, asombrado del talento del bardo. Muy pocos eran realmente buenos cantantes. Jaskier, además, tenia el don de la galantería y la belleza, perfecto para conseguir un público lo suficientemente aceptable para ganar dinero.

Geralt a veces no comprende por qué el chico decidió atarse a él en sus aventuras, considerando que le iría bastante bien por su cuenta, alejado de toda la sangre y el peligro.

—¡Geralt! —se detuvo Jaskier a media canción, volviendo a su típica voz irritante. —Se me acaba de ocurrir una letra para una nueva canción. —mencionó. —¿Quieres escucharla?

—Hmm.

—Tomare eso como un si. — sonriendo con emoción, comenzó: —Lanza una moneda a mi brujo...

—Espera. —le detuvo el brujo, dejando la espada. —¿Esa es la letra?

—¿Qué tiene? —Jaskier le miró con sus claros ojos color azul.

—¿Mi brujo? ¿Soy tu brujo?

Los ojos del bardo se agrandaron por la sorpresa, luego sus mejillas se tornaron un poco rojas. —¡Es un error! No prestes atención a la letra, no es... —Sin palabras, Jaskier salto de donde estaba sentado, sorprendiendo al brujo. —Iré a buscar más leña. —huyó.

Solo, Geralt de Rivia regresa otra vez ha afilar su espada, pero esta vez no evita la sonrisa que florece en su rostro. Le gustó como sonó aquella pequeña parte de la canción.