Jaskier aceptó la jarra de cerveza, vaciándola con rapidez antes de volver a la canción con un coro de aplausos. Era una elegante coplilla que había elegido por el camino, sobre la mujer del herborista y cosas que acechaban en la noche.
Casi podía ver a Geralt, escondido en las sombras al fondo de la Posada con una jarra de cerveza, bufando y poniendo los ojos en blanco. No aprobaba las creencias que no existían, sentía que llevaba a la gente del pueblo a crear monstruos de sombras y hacían perder su tiempo. Pero esas historias llenaban sus bolsillos cuando no había nada en la oscuridad que decapitar, y Jaskier lo disfrutaba.
Respiraba más libremente con esas melodías desenfadadas. No que cambiar esas por las grandes baladas de las nobles obras de Geralt le ayudara mucho últimamente. Pasaba demasiado tiempo cerca del hombre, suponía. Despertaba con pétalos en su garganta, en su boca, y en su almohada. Estaba bebiendo té más fuerte cada día, y todavía sentía como si tuviera los pulmones llenos de algodón los días malos.
Los días malos. Cuando Geralt iba a asesinar al monstruo y resultaba salir herido. Cuando su sangre caía a gotas al suelo como los pétalos de flores que él tosería esa noche. Esos eran los días malos. Eran los días que le hacían querer caer de rodillas y confesar sus sentimientos mientras se lanzaba en frente de Geralt para prevenir que saliera perjudicado.
Esos eran los días que le hacían considerar empacar y escapar en la noche, solo para nunca arriesgarse a presenciar la muerte del brujo. Porque sabía que ocurriría si estaba ahí cuando aquel hombre valiente cayera; se abalanzaría tras él y lo seguiría a la muerte.
Finalizó la giga con una reverencia, y aceptó una nueva jarra de cerveza mientras caminaba hacia donde Geralt se había ocultado. Claramente había impresionado al posadero, dado el tamaño de las comidas que había colocado en su mesa. Jaskier sonrió, deslizándose en la silla opuesta a su ceñudo amado, y comenzó a hincar el diente.
Cantar era un trabajo que lo ponía tan hambriento como sediento.
Las fosas nasales de Geralt se ensancharon, y frunció el ceño. Jaskier solo puso los ojos en blanco y quitó los codos de la mesa, ni siquiera molestándose en preguntar por qué el otro hombre se preocuparía ahora por sus modales en la mesa después de tanto tiempo.
"Tu perfume apesta" Dijo Geralt, tomando un trago de su jarra.
La comida se volvió ceniza en la boca de Jaskier y se esforzó en tragar sin toser. Su perfume. ¿Era el té? ¿O podría Geralt oler las rosas que escarbaban por sus pulmones, una espina por cada momento que miraba a aquel precioso hombre y lo amaba por un segundo más? No pensaba que Geralt pudiera ser capaz de olerlo, pero se había bañado la noche anterior. Debería ser cuidadoso, usar sus aceites aromáticos que apestaban a desesperación.
"Perdona, el bote de perfume se me resbaló esta mañana" Jaskier sonrió ampliamente "¡Ya sabes como aman las mujeres sus flores!"
Los ojos de Geralt se entrecerraron, pero solo gruñó y volvió a observar la habitación. No dijo nada cuando la hija del posadero le trajo una taza de agua hirviendo y él echó dos bolsitas de hierbas en ella.
Para su garganta, había explicado él un par de semanas atrás. Un bardo tenía que cuidar su garganta como un brujo su acero. Y a pesar de que Geralt claramente no gustaba del aroma del brebaje, Jaskier no estaba exactamente seguro de lo que había, nunca lo mencionó de nuevo. Jaskier mismo se alegraba de ser capaz de girarse y mirar la habitación mientras bebía, escondiendo la mueca que no podía evitar hacer al tragar. Podría tolerar la repugnante acidez si esta le permitía estar al lado de Geralt unos meses más. Un par de meses más antes de que no pudiera respirar a través de sofocantes pétalos de rosa, y fuera forzado a separarse de él una vez más, de una forma u otra.
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Rosemary for memory [Geraskier] [TRADUCCIÓN]
Romance• Traducción de Kaiyo_no_Hime. Jaskier acepta su vida después de descubrir que sufre de la enfermedad cortesana, Hanahaki. No quiere nada más que pasar el resto de sus días cantando dulces odas a su amado brujo. Así que cuando sus caminos se cruzan...