BOTfriend

I

Un azabache se levanto al mismo tiempo que el sol en invierno, tenía una mala costumbre de abrir sus ojos al mismo tiempo que el cielo comenzaba a presentar sus primeros rayos de luz y se comenzaba a tornar de un bello tono anaranjado. Era una bella vista para las mañanas, como el día comenzaba a despertar  y golpeaba cada edificio de enfrente para despertar a cada persona que aún se encontraba en el octavo sueño.

Era un día común, no tendría ninguna visita aquel día así que tendría que buscar alguna actividad o tarea pendiente para entretenerse. Algo muy difícil ya que al tener dias libres casi la mayoría del tiempo, se ocupaba en terminar las tareas pendientes del hogar.

Solo se calentaba un poco de leche, junto a unas ricas galletitas crujientes bañadas con chispas de chocolates. Un desayuno simple pero totalmente a su gusto.

Encendió su pulsera, la cual estaba en su muñeca todo este tiempo pero en modo apagado y una pequeña pero clara voz femenina le dió la bienvenida.
A control de voz entro a su galería de mensajes. Solo unos cuantos mensajes de su amigo Revers, el cual luego se tomaría el tiempo para responderle pues en esos momentos sabía que si lo hacía luego no tendría un desayuno tranquilo.
Tenía otros mensajes más, eran grupos en los cuales ni hablaba así que los descarto de su bandeja sin tomarse el tiempo a leerlos, ya que tampoco tenía el derecho de irrumpir en las conversaciones ajenas si el no socializaba en ellas ¿No?

No tenía mucho de lo cual admirar. Y aún utilizando el comando de voz de su pulsera/teléfono inteligente. Entro a sus archivos descargados y por pedido, unas palabras comenzaron a aparecer frente a sus ojos. Era la lectura de su libro clásico favorito "El Principito", una lectura de lo más vieja ya que en esa época ya hasta se adaptaron libros 4D del mismo, con sonido y efectos. Pero el sin duda prefería el clásico, el verdadero.

Y se encontraba totalmente en paz, desayunando con los rayos mañaneros del sol irrumpiendo lentamente por su habitación mientras proseguía una cálida lectura. Eso hasta que escucho la puerta retumbar con unos golpes.
Se quedó mirando hacia donde debería estar la puerta de entrada, ese día no iba a recibir visitas, al menos eso creía ya que nadie le aviso absolutamente nada.

Se levantó dejando el vaso de leche a medio terminar y se acercó hasta la puerta, no sin antes agarrar sus llaves y divisar de quién se trataba que estaba interrumpiendo su mañana.

Un hombre dormido estaba del otro lado, mirándolo de pies a cabeza. —Vinimos para entregarle este paquete, habitación 221 ¿Es correcto?— Aquel hombre de miel canela lo miraba, aún esperando una respuesta del pequeño ojiazul, el cual no entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Al oír el número de su habitación solo inclinó la cabeza hacia adelante como una modesta afirmación y en tan solo unos momentos se encontraba parado, al lado de una gigantesca caja blanca dentro de su habitación y con unos papeles en mano.

Parecía que el tiempo acompañado de su gran amigo la suerte se estaban burlando de el. El tiempo en que los hombres entraron dentro de su habitación no le dió el tiempo suficiente ni para respirar, pues en un abrir y cerrar se ojos ya cumplieron su trabajo dejándole más dudas que respuestas a todo el caos que cargaba en su interior.

Miro hacia aquella el lado, dónde aquel gran cajón albino estaba parándose frente a frente notando la gran diferencia de tamaño que había entre ellos dos.

Suspiro y comenzó a ver el manual con las instrucciónes de forma más lenta. Los pasos eran bastante simples y fáciles de entender incluso atraves de dibujos. No tenía nada que perder así que, ¿porque no intentarlo?. Aunque seguía sin entender como un paquete llegó hasta su departamento, después de todo la oficina de correo luego del año 3000 dejo de presentar errores, por el gran incidente que impacto de forma atmosférica y personal en la vida de muchas personas. Ahora solo es un horrible recuerdo en las memorias de los libros de Historia y en generaciones familiares.