Sedúceme, Capítulo cuatro

778 71 21
                                    

Advertencia, contenido no acto para menores de edad.

Finalmente el rubio rompió el silencio:

― Además de esta bella señorita que la acompaña. ¿Espera a su novio o esposo? ― preguntó el rubio en tono sensual. Tanto que Bella se sonrojo.
― Candy soltó a su hija y le extendió su mano a Albert quien le daba un beso en el dorso de su mano, inclinándose.
Ni con todos los antifaces sobre su rostro, Albert podría ocultar esos ojos azul cielo que enloquecieron a la rubia desde el primer día.

_ ¡Es toda tuya papá!... Nosotros nos retiramos_, dijo Bella.
_ ¡Todo fue una sorpresa, más bien una conspiración!..._ dijeron los tres.
Albert tomó la mano de su esposa hacia la pista de baile.
Los jóvenes felices y complacidos se retiraron de la fiesta. Su misión fue todo un éxito. La expresión de felicidad y sorpresa de Candy se los había confirmado.
La fiesta de celebración era todo un deleite. Los camareros vestidos con trajes de etiquetas negro y color rosa, sus antifaces formando corazones, globos rosas y rojos, rosas frescas en base de cristal en el centro de cada mesa.
No cabía duda alguna, era la celebración de San Valentín, día del amor y la amistad.

Servían champagne, vino, fresas cubiertas de chocolate, dulces de chocolate con caramelo y almendras. Un manjar de dioses.
La orquesta no paraba de sonar; cuando de pronto se escuchó aquella melodía que Albert le cantaba a su esposa:
"Wichcraft" en la encantadora voz de Frank Sinatra.

Candy no podía creerlo, Frank Sinatra estaba frente a ella cantando la melodía que su esposo le cantaba cada vez que había oportunidad.
Y todo, todo eso lo había organizado Albert y sus hijos para ella.

Comenzaron a bailar al son de la melodía. Albert coloco con delicadeza su mano en la espalda de su esposa, el toque fue electrizante tanto que la rubia sintió su cuerpo estremecer al contacto. Él sintió lo mismo.
Al paso de la música Albert le cantaba a su esposa al oído.

🎶Esos dedos en mi cabello
Esa astuta mirada de venir aquí
Eso desnuda mi conciencia
Es hechicería

Y no tengo defensa para eso
El calor es demasiado intenso para eso.
¿De qué le serviría el sentido común?
Porque es hechicería, hechicería malvada

Y aunque sé que es estrictamente tabú
Cuando despiertas la necesidad en mí
Mi corazón dice "Sí, de hecho" en mí
"Continúa con lo que me estás llevando"

Es un campo tan antiguo
Pero uno que no cambiaría
Porque no hay mejor hechicera que tú 🎶

Tarara... tarara...

_ Albert comenzó a tararear la melodía cuando unas lágrimas de felicidad salieron del rostro de su esposa.
Sin importarles que todos los observan al ver la belleza de la feliz doctora y galanura del hombre que la acompaña. Albert la besó apasionadamente, beso que ella respondió con la misma intensidad.

No esperaron ni un segundo más y salieron del salón.
Cuando Albert se aseguró de haber subido la última escalera; la tomó en sus brazos y le cargó hasta su camarote
El momento de la seducción había llegado.
La habitación era de ensueño, al entrar al camarote Candy quedó maravillada con el detalle.
Un hermoso ventanal de cristal con vista al océano, una cama amplia, sillas, y una mesita de noche con una lámpara de cristal.
Detalles creados por Albert: pétalos de rosas esparcidos por toda la habitación, una botella de champagne Francesa, fresas cubiertas de chocolates. La habitación lucia espectacular.

_ ¡Que maravillosa sorpresa mi amor!... _ musitó la rubia con lágrimas en su rostro.
_ ¡Por favor... no llores mi hechicera!... _ decía el galante hombre limpiando las lágrimas de su amada esposa.
_ Solo... solo disfrutemos de este encuentro maravilloso.
TE AMO Candice Ardlay... te amo más que nunca. _ Alzando la voz el rubio la colocó despacio y delicado en la cama. Al ver los ojos ardientes de fuego y pasión de Albert, Candy lo tomo del cinturón y lo atrajo hacia ella.
De un tirón soltó los botones de su camisa, lo hizo con tanta fuerza y deseo de devorarlo que salieron esparcidos en toda la habitación.

Sedúceme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora