Tocando límites

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Si había algo que Katsuki Bakugō odiara, era que los demás sintieran lástima por él

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Si había algo que Katsuki Bakugō odiara, era que los demás sintieran lástima por él.

Odiaba con todo su ser que los demás lo consideraran débil, porque él era todo menos aquello, él podía ser el número uno por sus propios méritos sin ayuda de nada ni nadie, sin embargo, Bakugō sabía que si quería ese puesto, tenía que entrenar y estudiar, tenía que tocar su límite e incluso, ir más allá.

Todas las tardes salía a entrenar, nadie le cuestionaba nada, sabiendo como era su temperamento, preferían no meterse en sus asuntos, sin embargo, eso no evitaba que no sintieran preocupación por él al ver como se sobre exigía, Bakugō lo sabía y eso solo lo incitaba a ir más lejos, demostrar que él no tenía límites.

Pedía un área de la escuela para entrenar a sus anchas, sin escuchar las estúpidas vocecillas de los demás a su alrededor, después de eso, se iba a correr alrededor de los dormitorios, era su rutina, nadie lo iba sacar de ahí, ni siquiera si el clima conspiraba contra él.

Saliendo del área de entrenamiento tapó su boca para evitar toser, no lo iba a admitir, pero estaba cansado, se puso su sudadera negra, el gorro negro cubriendo su cabello espigado, observó el cielo nublado, la lluvia apenas empezando a caer.

—Jódete, estúpida lluvia —murmuró para después comenzar a correr.

No pasó mucho tiempo cuando la lluvia se intensificó, pero aquello no lo detendría, ni siquiera su cuerpo temblando por el frío y las veces que llegó a estornudar y toser, nada podría hacerlo hasta terminar su rutina, solo eran obstáculos que un aspirante a héroe como él debía pasar.

Sin embargo, tuvo que parar en un momento, inclinándose hacia adelante y colocando sus manos sobre sus rodillas, intentado estabilizarse y que el mareo repentino se detuviera, sus piernas temblaban como si de una gelatina se tratase, sus brazos, a pesar de haber aumentado su musculatura, en ese momento los sintió como si fuera unos fideos, frágiles y fáciles de romper.

—Maldita sea —maldijo en voz alta, tomo una última exhalación y emprendió de nuevo el recorrido.

Su pasó se hizo más lento, obligándose asimismo a llegar a los dormitorios, aceptando que ya había tenido suficiente por ese día, se limpió sus ojos con las palmas de sus manos, pues la lluvia acumulada en sus pestañas le dificultaba ver el camino que seguía, sus respiraciones comenzaron a ser más pesadas e irregulares, sintiendo como si una mano invisible le presionara el pecho, impidiéndole poder respirar bien.

Cuando estuvo a una distancia prudente de los dormitorios, distinguió a dos figuras enfrente compartiendo una sombrilla y teniendo una discusión algo acalorada, lo primero que pudo ver fue una cabellera pelirroja, sabiendo de sobra que se trataba de Kirishima.

Intentó llegar a ellos, en serio que lo intentó, incluso alzó uno de sus brazos, como si eso fuera suficiente para poder tocar a alguno, pero su vista empezó a tornarse borrosa y esta vez no se trataba de la lluvia, su cuerpo cayó sobre el piso haciendo un ruido seco, mojando más su cuerpo por la lluvia acentuada en el asfalto, sin poder evitarlo, sus ojos se cerraron, perdiéndose en esa profunda oscuridad, obligándolo de alguna forma a descansar.

Escenarios de Katsuki BakugouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora