Rutina

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Valentina entró en la habitación donde estaba su mujer, había perdido color y todo, aunque por dentro se moría de la vergüenza. En cuanto vio a Valentina, ésta puso torció el labio y haciendo un mohín y miró por la ventana. Lo ocurrido podría terminar de dos maneras, que Valentina la regañe "a saber con qué razones" y por evitar discusiones hace lo de siempre, se calla o, Valentina la regaña y Juliana explota.

La diablesa de ojos azules y para nada contenta se acercó a la camilla de la vaquera, descaradamente agarró la sábana de hospital y la levantó para mirar, aunque no le dio tiempo a mucho, ya que Juliana agarró la sábana escandalizada y se volvió a tapar:

– ¡Uy!– se quejó la rubia– Cuidado no vaya a ser que me asuste, te tengo muy vista.

–Pues con la cantidad de semanas que llevas sin verme desnuda, raro que no se te haya olvidado.

Valentina achicó los ojos y se cruzó de brazos:

–Este no es lugar para discutir eso ¿eres consciente de que casi me da un infarto cuando me dijeron que te habían traído a urgencias? La policía ni más ni menos– Le señaló la entrepierna– ¿eso fue dándote amor sola o en compañía?

Juliana puso un mohín cuando se incorporó un poco, no es que le doliera a rabiar, pero era molesto, como si tuviera fiebre aquella parte de su anatomía:

–Esto es el colmo Valentina– se puso más a la altura de su mujer– ¿Me crees capaz de eso? ¿En estos seis años no te he demostrado cuanto me desvivo por ti? No sé qué más duele, la reacción alérgica en mi pene o tu desconfianza– se volvió a tumbar mientras mascullaba– No estoy de humor para estas chorradas– Valentina arqueó las cejas– de camino al hospital por casi me detienen porque una anciana sin dentadura pensaba que me estaba masturbando mirándola...

Valentina intentó contener la sonrisa:

– ¿Y te estabas masturbando mientras veías a la ancianita? No sé, algún que otro encontrará atractivo como agarra la palanca de cambios.

Juliana puso cara de asco:

–Por Dios Valentina, no– Valentina rompió a reír, la escena que se había imaginado le resultó bastante cómica. Sí Catalina se entera, sería la comidilla de Lizzie y Catalina durante semanas–Yo no me río

Dijo con enfado Juliana. Esa queja incitó aún más a que riera, aferró las mejillas de una enfurruñada morena y se acercó hasta depositar un beso en sus labios. No es que fuera el más apasionado, pero tampoco es que fuera el más soso como le ha llegado a dar la ojiazul en otras ocasiones, se sentó en la camilla y acarició su pelo, justo ese masajito que consigue adormecer hasta al chihuahua más toca pelotas:

– ¿Entonces? ¿Cómo llegó ese lubricante ahí?

Juliana gruñó y miró a Valentina fulminante, la rubia se encogió de hombros:

– ¿Qué? Ya, es solo por curiosidad– puso cara inocente– ¿Fue viendo una peli guarra? ¿Fotos poco decentes? ¿Imaginaste una orgia donde...?– al ver las caras que estaba poniendo la vaquera volvió a defenderse– ¡Oh! Vamos Juliana, en casa no podemos ser obscenas porque están los niños, me reclamas que no te demuestro amor y tú te olvidas de que era el ser más morboso cuando nos conocimos...

– ¿Eso es lo que pasa? – preguntó Juliana incorporándose– ¿Consideras que me he vuelto una aburrida en la cama? – abrió la boca alucinada cuando la ojiazul desvió su mirada y se puso a mirar al techo como si no hubiera escuchado las preguntas– ¿Eso es lo que pasa? Valentina ¿Piensas que soy una sin sustancia en la cama?

Valentina se movió en plan niña pequeña que empieza a patalear mientras le decía poniendo su mano en el hombro:

–No es eso Juliana, es... bueno...– comenzó a tartamudear– es que entramos en una especie de rutina– chasqueó los dedos– sí, eso es, la rutina hizo que el sexo perdiera encanto, no tu... los niños, el trabajo...

El diablo sigue vistiendo de rojo (Juliantina G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora