Fiesta

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Por una noche los niños se iban a quedar Catalina y Lizzie con sus hijos, diría que dios se apiadara de ellas, lo cierto es que pedía que se apiadara de Catalina, ya que Lizzie se transformaba en otra cría más. Juliana estaba en el salón esperando a Valentina, la vaquera no se entretenía mucho vistiéndose y acicalándose, pues al final acabó poniéndose el primer conjunto que se compró con Valentina cuando fueron a los L.A, en su mano tenía una cerveza a medio terminar, como para los eventos si solían alquilar limusina, ya se sabe, ser un poco pedante en aquellas reuniones sociales, a Valentina se le daba muy bien. Juliana se manoseó el tabique nasal, llevaba todo el día con dolor de cabeza, como si estuviera resacosa:

— Valentina, vamos a llegar tarde

Dijo Juliana mirando al pasillo, la rubia estaba en el baño dándose los últimos retoques y aunque diera la sensación de que se estaba preparando para estar fabulosa en aquella fiesta, ese no era el motivo principal, había escogido un vestido específico para sorprender, ni más ni menos que a la vaquera.

Juliana miró al techo en plan "gracias a dios" cuando escuchó la puerta del baño abrirse y los tacones de Valentina impactar con el parqué, fue hasta la cocina para vaciar la lata y tirarla a la basura. En cuanto salió al salón se encontró con Valentina con su sombrero de color blanco puesto, pero eso no era lo que más destacaba de su vestimenta, Juliana quedó boquiabierta al ver el vestido de color rojo que llevaba la rubia, es que casi, casi iba vestida como cuando se conocieron. Dibujó media sonrisa mientras se acercaba a la rubia:

— Después de tanto tiempo— Valentina se quitó el sombrero y se lo puso a la vaquera— El diablo sigue vistiendo de rojo— Valentina miró a Juliana de pies a cabeza— Poco adecuado para la ocasión

— No— Valentina alzó una ceja, desde que Juliana salía a correr, empezaba a notarse que había perdido peso— estás preciosa— pasó los brazos detrás del cuello de la morena y sonrió— me encantas que vayas así vestida

— Siempre podemos pasar de esa fiesta e ir a la habitación

Abrazó a Valentina e intentó guiarla hasta la habitación:

— No, como bien has dicho— dio un fugaz beso en la punta de su nariz, haciendo que la vaquera pusiera una mueca— vamos a llegar tarde.

La fiesta se daba en uno de los rascacielos que se encontraban en la zona financiera de Chicago, justo en un enorme ático, solo habían sido invitados los empresarios de las primeras marcas, la excusa de socializar siempre había sido una forma de tantear al enemigo, como es el dicho "mantén cerca a tus amigos, pero mucho más a tus enemigos"

La única forma de acceder al ático era por un ascensor y como era de esperar, la puerta del edificio estaba acordonada, pues los paparazzi y la prensa ahí estaban, como buitres, intentando sacar fotos y encontrar una excusa para echar mierdas sobre los asistentes o simplemente sacar una foto que les ayudara a desinformar vendiendo mentiras, pues en el mundo actual, tristemente acaba atrayendo más el salseo que el auténtico mundo real, que quieren que amen a un famoso, será el mártir, el hermoso, el deseado, que querían que lo odiaran, escribirían sobre un comportamiento poco adecuado o un gesto ¿qué más daba? Ahí los únicos que pueden saber la verdad son los presentes, el resto de la población que consumían sus noticias eran sus fantoches, demasiado manipulables y así los querían, porque así es como sacaban beneficios.

Juliana los odiaba, por suerte no solía ser de interés, pocas veces había sido mencionada, "Valentina Valdés y esposa" o dependiendo de lo conservador que pudiera llegar a ser el periódico "Valentina Carvajal y pareja" La morena tendía a ocultar su rostro a los objetivos de las cámaras y aunque la ojiazul tenía tentaciones de hacer lo mismo, no podía hacerlo, estaba obligada a saludar y sonreír, un par de metros desde la limusina hasta la puerta.

El diablo sigue vistiendo de rojo (Juliantina G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora