El diablo sigue vistiendo de rojo (Juliantina G!P)

Testamento

El doctor Karev ya dio permiso para que se llevaran a Julia a casa y para dar más emoción a la llegada de las mamis ausentes, decidieron que era mejor que los niños las recibieran todos juntos, días atrás ya habían regalado al perrito, aunque no fue muy lejos, pues al final se lo quedó Damon, el socio veterinario de Juliana que a su vez ha empezado un romance con Mia, la vecina de Valentina y Juliana, ergo en más de una ocasión los niños pasaban al piso de la vecina para jugar con su perrito y el hijo de Mia.

Valentina y Juliana decidieron comprar regalos tanto para los niños como para sus respectivos suegros, claro que Valentina quiso comprar agua bendita y dientes de ajo, quería comprobar que en realidad era un demonio reencarnado en una mujer supuestamente religiosa, pero como era obvio, Juliana se negó a que comprara eso a su madre le aconsejó que comprara una bonita estampa de un santo.

De regreso, el viaje fue mucho más diferente que la ida, estaban más habladoras e incluso más cariñosas:

— Cuando Julia esté mejor— comentaba Valentina mientras entrelazaba sus dedos con la mano de Juliana— podemos ir todos al Zoo, quien sabe alguno de nuestros hijos ha nacido con la misma pasión que tienes tú por los animales y hay más veterinarios o veterinarias.

— O gusto por la moda

Valentina borró su sonrisa y dijo casi con tono apenado:

— No, cualquier carrera lejos de ese mundo lleno de ambición— agachó la cabeza y acabó admitiendo en voz alta— solo quiero recuperar a la vieja Valentina, la que hacía cuentas para llegar a fin de mes— curvó la comisura de los labios— bueno eso es imposible, pero a lo que me refiero es que solo quiero ser la madre que cuida de sus hijos, que no está ausente y que tiene tiempo para su pareja, Division Models, Alex Vause, Ford Models y todo lo que vino después solo me fue alejando de quien fui— la morena abrió la boca para hablar— aunque si no llega a ser por Alex Vause, posiblemente yo hubiera muerto o no te hubiera conocido

— Si algo aprendí de ti, es que nunca es tarde— la acarició la barbilla— decidas lo que decidas, yo te voy a apoyar, siempre estaré a tu lado— dibujó una sonrisa y la guiñó un ojo— recuerda que soy tu caballito de mar.

Valentina sonrió, pasó su mano detrás de la nuca de Juliana y la atrajo para besarla.

...

Liah estaba desayunando rápidamente, no estaba en la obligación de estar las veinticuatro horas en la empresa, Catalina y Lizzie hacían el trabajo muy bien, de todas formas para eso las puso Valentina como socias, por si no estaba una, estaba otra y no tener todo el peso del trabajo sobre una persona. Con su mejor traje de oficina, una taza de café en la mano y un bollito de leche en la boca, fue hasta el comedor, donde se encontró al inquieto Lucho en un caballito de madera y el pequeño Wyatt meciéndose en otro caballito de juguete. Ambos llevaban su sombrero de vaqueros y hacían como que estaban en el viejo oeste. Liah mordió el bollito y entre risas comentó:

— Vaya dos

Lucho enérgico se levantó y sus rodillas se lo agradecieron, se acercó a Liah, se quitó el sombrero y le hizo una reverencia:

— Mileidy ¿Qué hace sola por estos parajes?— fingía exagerada caballerosidad— es peligroso para una dama, los pieles rojas están al acecho— la morena alzó las cejas sorprendida por la imaginación que tenía ese hombre— deje que mi buen amigo el vaquero Wyatt y yo le acompañemos a su destino

Liah dio un sorbo a su café:

— Recuérdeme valiente vaquero— y miró al pequeño Wyatt— y vaquerito ¿Cuál es mi destino?

Lucho la abrazó sonriente y con cara pillo:

— El de nuestros corazones hermosa dama.

El vaquero se inclinó y besó a la morena, no llegaban a ser tan empalagosos, pero tenían sus momentos repipis. Liah pasó un brazo detrás de la nuca de Lucho, hasta que escucharon al niño hablar: