Parte 2

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Dos años después

Kara estaba en un lujoso café de Londres, esperando la llegada de su amiga Alex.

Aunque sus pensamientos estaban muy lejos de allí, centrados en Lena. Se preguntaba cómo iban a celebrar el segundo aniversario de aquel primer encuentro. ¿Buscando un granero abandonado en medio de la nieve? No, ésa no sería buena idea, pensó sonriendo para sí misma. A Lena no le gustaba el frío y tenía poca tolerancia para los inconvenientes.

—Siento llegar tarde —se disculpó una delgada pelirroja de ojos oscuros, dejando una cámara fotográfica sobre la mesa.

—No pasa nada.

—Danvers, si dejas que te siga creciendo el pelo —dijo Alex entonces, señalando la melena rubia que casi le llegaba a la cintura— la gente va a pensar que quieres ser Rapunzel.

—¿Cómo? —exclamó Kara, sorprendida.

—Rapunzel, ya sabes, la del cuento de hadas. A la que encerraron en una torre y se dejó el pelo largo para usarlo como escalera —rió su amiga— Desgraciadamente para ella no fue un príncipe azul el que subió a rescatarla, sino la bruja. Te lo advierto.

Kara soltó una carcajada. Estaba acostumbrada a la forma de ver la vida de su sofisticada amiga. Hija de un famoso artista, Alex había sobrevivido a una infancia bohemia e inestable para convertirse en una fotógrafa de éxito. Pero seguía teniendo cicatrices infligidas por unos padres que habían vivido vidas tempestuosas.

—¿Qué tal tu princesa azul? —bromeó Alex, después de pedir un café.

—Lena está muy bien. Muy ocupada, por supuesto, pero me llama todos los días cuando está fuera del país.

—Tu móvil es el equivalente a una cadena —bromeó su amiga— Creo recordar que, si lo apagas, te pide explicaciones por triplicado.

—No, mujer, lo que pasa es que le gusta saber dónde estoy. Se preocupa por mí —replicó Kara— ¿Sabes que dentro de diez días Lena y yo habremos estado juntas dos años?

—¡Ah, qué bien! La mujer que no se compromete jamás está buscando una medalla de oro. Podrías dedicarte a escribir columnas de cotilleo, pero claro, el mundo tendría que saber que existes y, lamentablemente, eres un secreto bien escondido.

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