Capítulo 3

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Pasó una semana y Lena se negó ir al psicólogo. Sí que dejó las lentes de Obsidian North guardadas en el cajón de su mesa de la oficina, pero decía un no rotundo en ir a que le dijeran cosas absurdas y que intentaran leer la mente de una Luthor. ¡Y eso es otra cosa! ¡Que era una Luthor! ¿Qué pensaría la gente si se enterara que estaba yendo a la oficina/casa/apartamento de un desconocido psicólogo que le comiera el coco...? ¡No quedaría bien ante el público!

Rotundamente no, Lena no iba a dejarse llevar por las palabras de Hope. Y se negaba. Negaba el hecho de la probabilidad de echar de menos a Supergirl, a Kara. Solo estaba estresada y tenía ansiedad por tanto trabajo.

«Eso es, eso debe ser, así es», pensó Lena mientras se levantaba a por su otra ronda.

Se recostó en el sofá disfrutando de la soledad, el silencio y la tranquilidad con su copa de vino. No había vuelto a tener ninguna alucinación y Hope no volvió a sacar el tema (básicamente porque Lena se lo pidió o la desconectaría para siempre).

Tres meses y una semana desde que la superheroína no estaba en la ciudad. Todos los días leía la revista de CatCo por si había alguna noticia de ella. No lo hacía adrede, era inconsciente de ello. O eso quería pensar.

—Maldita Hope... —murmuró dejando la Tablet en la mesita.

Estuvo a punto de ponerse en marcha y seguir con el papeleo hasta que el teléfono de su mesa comenzó a sonar. Se levantó dejando su copa de vino y se dirigió hacia él.

—¿Sí, Jess? —preguntó.

—Señorita Luthor, Alex Danvers está aquí sin cita previa, pero dice que es muy importante. ¿Le dejo pasar?

«Mierda, mierda y mierda», se dijo así misma mientras su dedo todavía seguía presionando el altavoz.

—¿Lena? —preguntó Jess preocupada al no recibir respuesta.

—Sí —carraspeó silenciosamente—, que pase.

Lena fue corriendo a verter la copa de vino en una de sus macetas y a guardar el cáliz de cristal en uno de sus armarios. Limpió el sudor de sus manos en su falda y se sentó intentando tener un rostro neutral, pero estaba nerviosa. Muy nerviosa. Y más cuando escuchó el toqueteo de los nudillos en la puerta. Lena alzó la voz para que Alex pudiera entrar.

—Hola, Lena —saludó mientras cerraba la puerta—, ¿estabas muy ocupada?

—Hola, Alex. No, por favor, toma asiento —señaló con su mano el asiento que estaba delante de ella.

—¿Cómo estás? —preguntó con cautela.

—¿A qué has venido, Alex? —Lena, en cambio, habló sin rodeos.

—Quería saber el motivo de la llamada de la semana pasada —Lena intentó interrumpirla, pero Alex levantó el índice—, y te quería dejar un margen porque tuve la sensación de que querías aclarar... algunas ideas. Noté en tu voz que no me habías llamado por una simple sudadera.

—Claro que te llamé por la sudadera de Kara. La encontré en mi casa y simplemente quería devolvérsela —replicó con un poco de enfado.

—Lena —Alex se recostó en el respaldo y cruzó de brazos—, ¿no era una camiseta? —preguntó vacilante.

Boom. Lena ha sido totalmente pillada y su cara lo dice todo. Se descompuso en el acto. Su boca se abrió con sorpresa y pestañeó con irregularidad. Su vergüenza se notó tanto que tuvo que apartar la mirada. Alex, sin embargo, esbozó una sonrisa y se inclinó apoyando sus brazos en la mesa mientras juntaba sus manos.

Alucinación | Supercorp AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora