Connor

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Había pasado cerca de dos semanas desde que Markus había protestado pacíficamente por la libertad de su pueblo. La presidenta de la nación había dado la libertad a los androides hasta ahora. Parecía que el infierno había terminado para todos, incluso para los civiles que no soportaban ver más redadas por las calles, o campos de concentración.
Connor aún se sentía avergonzado por todo aquello que había hecho cuando aún no era divergente. Se sentía apenado por haber desafiado su programación algo tarde. Quizá pudo haber cambiado un poco la historia si hubiese despertado antes.

—¡Connor! Maldita sea, ¿estás escuchándome? —Hank parecía un poco irritado.

Connor estaba sumido en sus pensamientos y no fue hasta que Hank le gritó que pudo reaccionar — Perdone , Teniente... estaba pensando unas cosas. ¿Qué es lo que estaba diciéndome?

Hank hizo un ademán con la mano y continúo — Estaba diciendo que debo salir por unos días. Quizá dos. Y no tengo a nadie que cuide de Sumo. Me preguntaba si tú...ya sabes. ¿Podrías hacerlo?

El LED del androide se tornó de un color amarillento. Connor tenía más interés por saber a dónde iba que responder la pregunta del mayor.

— Hank, ¿qué asuntos debe atender?

El hombre parecía nervioso, miró a los alrededores intentando buscar una respuesta, no esperaba que le respondiera eso. Había olvidado por un momento que el androide ya no era aquella máquina que solo obedecía y seguía instrucciones. Ahora pensaba por cuenta propia y hacía tantas preguntas como un niño.

— Connor, solo son algunos asuntos. Nada importante. Volveré en menos de tres días.

— Hank, al menos dígame a dónde va. ¿Cómo sabré dónde contactarlo si le llaman de la estación de policía?

— No es necesario, en la estación saben que saldré. Ya tengo todo arreglado, Connor — las mejillas del hombre se extendieron formando una sonrisa ligera.

Connor no estaba muy feliz con todo eso. De alguna manera, no saber dónde iba a estar Hank le desagradaba. Se había acostumbrado a su compañía y a tenerlo a su alrededor. Todos sabían en la estación que en donde estaba Hank estaba Connor.

— Está bien Hank. Por favor, cuídese. Sumo lo extrañaría — El LED del androide se volvió azul. Estaba intentando sonreír pero aún no le salía tan bien.

— Joder, solo serán dos días o menos. No tardaré mucho, es solo que debo hacer este viaje. Luego lo sabrás... Y Connor, tú también cuídate. Recuerda decir "Sumo, ataca", siempre funciona. Y tampoco quemes la puta casa.

Connor recordó la ocasión en que Hank estaba ebrio y dijo aquello, pero Sumo permaneció en su lugar. Ese consejo no servía de mucho pero el mayor no lo recordaba.

— No sé preocupe Teniente. Esto seguirá estando igual. No fui preparado para encargarme de las tareas del hogar, pero puedo aprender.

Hank y Connor se quedaron viendo por unos segundos hasta que el primero estiró el brazo y lo envolvió en un abrazo.

— Volveré pronto. Adiós —dijo antes de acariciar la cabeza del San Bernardo y salir por la puerta.

Connor sintió algo. ¿Cómo era que le llamaban? Una sensación extraña. Preocupación.

𝖪𝗈𝗂 𝗇𝗈 𝗒𝗈𝗄𝖺𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora