La cena y el muchacho en el parque

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Hannibal bajo de su carruaje casi 25 minutos antes de la hora a la que fue citado. Normalmente sería puntual, pero tenía toda la intención de ganarse el favor de los Crawford con su budín, horneado por él mismo, y quizás algo dulce le llevaría al estómago y eventualmente el corazón del omega que deseaba cortejar. Había decidido hace días que Will Graham sería el padre de sus hijos, su pareja para toda la vida. Su cercanía con los Crawford sería sólo una forma más de asegurar que Will supiera de sus muchos atributos, si bien estaba seguro de que lo que alguien como Graham buscaba en una pareja no era exactamente qué fuera bien aceptado en sociedad.

La casa de los Crawford, Jack y su dulce esposa Bella, era una hermosa casona, algo anticuada para el refinado gusto de Hannibal en decoración, pero sólida, en un buen vecindario y con todos los lujos que alguien podía permitirse tener. Tocó el timbre y cuando la sirvienta le recibió y lo llevó al salón se sorprendió de ver que Will Graham ya había llegado. Will, que hasta un segundo antes estaba sonriendo, sus bonitos dientes expuestos, cambió su expresión en cuanto le vió llegar por una de educado interés, pero Hannibal notó que la sonrisa no regresó.

—Hannibal,no te esperábamos por un rato más. Adelante, siempre es un placer que decidieras acompañarnos—. Dijo Bella, saludando al hombre antes de que su esposo hiciera lo mismo.

—Bella, tan hermosa como siempre, es un verdadero placer para mí ser recibido en su hogar. Espero no sea un atrevimiento pero me tomé la libertad de cocinar un pequeño postre que pudiéramos disfrutar.— Ofreció la fuente y una sirvienta de inmediato la tomó para llevarla a la cocina.

—Oh, que maravilla. Will, Hannibal hace los más delicados postres, tienes mucha suerte, estoy segura que te encantarán.

—No sabía que le gustaba la cocina. Es una actividad considerada de mujeres y omegas—.Dijo Will con seriedad, Jack le lanzó una mirada asesina pero eso no relajó al muchacho. Will lucía especialmente hermoso en un traje completamente negro, con el cuello alto y almidonado, la cintura curva y delicada, sin duda un corset bien ajustado, y un faldón largo y recto, tan masculino como era femenino, una prenda omega muy moderna.

—En muchas ocasiones disfruto de transmitir mis conocimientos sobre la medicina a las arte culinarias. Se requiere una mano delicada y un espíritu paciente, es un pasatiempo muy reconfortante y lleno de recompensas—. Hannibal no parecía ofendido y Will no estaba impresionado, si acaso parecía algo muy propio del doctor, que no era exactamente el tipo de Alfa que Will solía frecuentar.

—Supongo que tiene razón. Yo por mi parte no soporto cocinar.

—Pero Will es un admirable pescador—. Dijo Jack, Will sonrió, apenas levantando las comisuras de los labios.— Tiene también un alma paciente para ello.

—Pescar es mucho más difícil que cazar. La pesca depende del pez, no del pescador, y de saber cuándo debe hacer su entrada. No hay acoso, no hay emoción por la persecución. Hay una manipulación de las circunstancias y de la ingenua naturaleza de las criaturas.

—Sólo usted, Dr. Lecter, podría hacer sonar a la pesca como un acto de semejante crueldad. —Will no parecía muy complacido por la comparación, Hannibal sonrió ampliamente, para alguien que quiere contener sus emociones tanto como Will, estás eran muy fáciles de leer.

—La crueldad es algo que la humanidad se regaló a sí misma, los animales no suelen presentarla, es un regalo que sigue dando y seguirá mientras el hombre sea hombre.

—El hombre no es, claramente, el mejor de los animales—. Debatió Will. Había una tensión en el aire que parecía pesar en el ambiente. Jack y Bella se miraron un segundo, confundidos. La mujer de inmediato le dió una palmadita a Will en el hombro para indicarle que la siguiera al comedor.

Sucede a Media NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora