El conejo en la luna

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Lan XiChen recuerda haber pedido permiso para cargar a WangJi cuando lo conoció días después de su nacimiento. Recuerda haber pensado que era muy pequeño y adorable; estaba tan emocionado y feliz que por un momento olvidó las preocupaciones que le acongojaban incluso siendo un niño. Y casi se olvidó de lo demás cuando vio a su hermanito sonreír para él. En la emoción del momento, Lan Huan hizo la promesa de siempre cuidar, proteger y acompañar a Lan Zhan en todo momento.

Porque su hermano era tan pequeñito y Lan Huan sabía que existían cosas más grandes y peligrosas allá afuera. Pero él ya era un niño grande, era capaz de defenderse y cuidarse por sí solo. Y si era así, entonces estaba más que seguro, y dispuesto, a encargarse de velar por Lan Zhan.

Y en definitiva, siempre estuvo al lado de su hermano. Las primeras palabras, los primeros pasos, su primer día de clases, su primera lección de guqin. El día que le entregaron su propia cinta.

Más en esta ocasión nos enfocaremos en una pequeña aventura de cuando los dos hermanos hicieron una insignificante e inocente incursión al bosque que casi le provoca un ataque al pobre corazón de su tío.

Estaban ambos niños en el pabellón de la biblioteca. Lan Huan practicaba su caligrafía, un líder de secta debía escribir de forma impecable y refinada, o al menos eso le dijeron los ancianos y su tío aunque no le salía bien pues no escribía en un escritorio, sino que en el piso.

En realidad no tendría que estar allí, pero Lan Zhan debía hacer su tarea y la información que necesitaba sólo podría ser extraída de un libro de la biblioteca. Su hermano mayor dijo que él también tenía deberes y propuso acompañarle, por supuesto el pequeño Lan estuvo de acuerdo con aquello; no podía negarle nada a su hermano mayor.

Y helos ahí trabajando en silencio y perfecta concentración. Debido a su forma informal de realizar su práctica el niño mayor terminó con algunas manchas de tinta sobre sus pulcras túnicas blancas, su tío Lan QiRen le daría un castigo por su descuido y lo más seguro era que pasaría toda una tarde escribiendo las reglas de su secta mientras uno de sus brazos trataba de soportar todo el peso de su cuerpo.

Una fuerte ráfaga de viento logró sacar a ambos de su concentración al desordenar el lugar. Los niños se apresuraron a poner todo en orden para no arruinar el Feng shui de su preciado santuario de conocimiento. Lan Huan pensó que lo mejor sería dejar caer las persianas.

Se acercó al umbral y desde allí divisó algo que impresionó a su infantil curiosidad.

-¡A-Zhan, A-Zhan! Ven a ver esto -llamó Lan Huan a su hermano, quien fue pacientemente a su lado-. Mira, es un conejo. ¿Habías visto uno así?

A Lan Zhan le fue difícil encontrar al animal del que hablaba su hermano pero no tardó en hallarlo. En efecto, aquello se veía como un conejo, uno de color blanco, no obstante el menor de los hermanos dudó en clasificarlo como tal. La criatura además de tener un pelaje tan impecable como el jade, tenía una singular mancha de color azul sobre su cabeza, casi entre sus ojos; y cerca de sus orejas dos cuernos pequeños de un color azul más suave se asomaban.

-Tal vez nuestro tío sepa qué es. También hay que mostrárselo a nuestra madre la próxima vez que la veamos -decía el niño más que encantado-. Ya sé. A-Zhan, hay que hacer un retrato para mostrárselo a todos -su pequeño hermano asintió con entusiasmo, en sus ojos podía ver que estaba emocionado.

-Yo lo dibujaré -el niño corrió por sus materiales lo más rápido que pudo y cuando regresó a donde estaba, se dio cuenta de algo- Tendré que acercarme más.

Y allá fueron los dos hermanos a aproximarse a la criatura, la cual corrió cuando vio que los niños iban hacia donde estaba. Lan Huan estaba decidido a cumplir con su cometido, así que decidió ir tras el conejo misterioso. No sin antes llevar a Lan Zhan con él, no quería dejar a su hermanito solo mientras él perseguía al conejo ese. Cuando trató de avanzar, Lan Huan encontró a su hermano algo temeroso de ir hasta el bosque, podían meterse en problemas. Sin embargo, el mayor le aseguró que lo protegería de cualquier cosa, incluso de ese conejo extraño o de su tío, si se enteraba de aquello.

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