La bella y la bestia

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Se corría la voz en todo el mundo de la cultivación. Los rumores decían que la líder de la secta GusuLan fue enviada a reclusión como castigo por haber asesinado a LianFang-Zun.

Se aisló del mundo entero, aquello era más tortuoso que el destierro mismo porque se encerraba en el corazón de Gusu sin poder siquiera acercarse a aquellos a quienes amaba, no pudo ni decirle a su hermano, ni siquiera con una suave mirada, que estaba feliz de que su ser amado hubiera vuelto y, mas importante aún, que correspondiera su amor.

Su conciencia no la dejaba en paz al gritarle que sus acciones fueron precipitadas, que tal vez A-Yao no tuvo intenciones de hacerle daño, que debió haber escuchado a Nie MingJue y que posiblemente así... ¿así qué?

La culpa le comía desde adentro hacia afuera, y fue precisamente por aquello que entró a reclusión voluntariamente. Y aún así cumpliría con sus deberes de líder de secta con la frente en alto, con la misma determinación que siempre le caracterizó; tenía responsabilidades y debía cumplir con ellas, la meditación aislada le permitiría aminorar el caos que hacía estragos en su interior. O así lo creía.

Su conflicto interno se lograba apaciguar con las visitas de su hermano. Lan XiChen comparaba al hombre que se sentaba a beber té y hacerle compañía con el pequeño niño que le seguía a todos lados como patito años atrás. Podía notar algo diferente en WangJi, algo bueno y terminaba sonriendo de forma genuina; cada quien era dueño y encargado de conseguir su felicidad, pero a Lan XiChen le llenaba de alegría ver de un mejor humor a su hermano.

En una de aquellas tardes, WangJi advirtió que tenía que comunicarle algo de suma importancia, y de forma atenta su hermana mayor le escuchó. Lan Zhan, su pequeño hermano, dijo de forma tímida, aunque con cierto entusiasmo, que su boda con Wei Ying sería un hecho y que sería un honor que su jiejie estuviera presente.

Lan XiChen no podría negarse a ser parte de tan significativa ceremonia. Su emoción le llevó a levantarse para abrazar a su hermano y comentarle que en verdad se sentía contenta por él. Contempló el impasible rostro de WangJi y en sus ojos distinguió agradecimiento y algo de culpa haciendo a su hermana suspirar; le aseguró que ella estaría bien, que no debía preocuparse. Ahora sólo debes pensar en tu boda WangJi, fue lo que dijo.

Los rumores no se hicieron esperar luego de la boda. Las malas lenguas decían que tuvieron que arrastrar a la líder de secta para presenciar la boda de HanGuang-Jun con la renacida Matriarca Yiling, algunos se atrevieron a afirmar que la Princesa de Jade, apodo con el que se referían a la líder, en su mayoría con algo de resentimiento puesto que muchos no creían que en verdad fuera una buena persona, odiaba a esa bruja de Wei WuXian por las fechorías que cometió.

Lan XiChen desfiló con porte y elegancia al entrar al salón, después de todo seguía siendo la líder de la secta GusuLan. Presenció la ceremonia con una pequeña sonrisa en sus labios, su verdadera emoción se hallaría reflejada en sus ojos, casi derramó lágrimas cuando WangJi dedicó la reverencia para los padres a ella y a su tío QiRen. En su corazón, Lan XiChen supo que luego de aquello la reclusión sería más llevadera. Más no estaría preparada para lo que se acercaba.

No pasó mucho tiempo después de la boda de su hermano cuando los ancianos Lan anunciaron el feliz compromiso de Lan XiChen y el próximo ascenso de Lan WangJi como líder de secta, además dieron sus felicitaciones a los recién casados pues la esposa ya estaba encinta. El legado de los Lan seguiría vivo por algunas generaciones más.

Lan QiRen no estaba contento con aquella decisión, su sobrina era excelente en su trabajo, el puesto le pertenecía por derecho de nacimiento; y a pesar de haberse encerrado a una meditación aislada, el maestro QiRen sabía que Lan XiChen era más que capaz de encargarse de liderar la secta de forma intachable.

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