to do what it takes ☨ bang chan

first

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Es lo que tengo que hacer.

Eso me repetía mientras corría por la acera, muy tarde durante la noche. Nunca había salido tan tarde sin un bolso o una mochila. Se podría decir, que nunca me había sentido tan ligero de cuerpo, pero seguramente jamás sentiría el pecho más pesado que ahora.

A nadie le importaría, lo que iba a hacer. Qué afortunado es el suicida que sabe que no dañará a nadie con su muerte. ¡Nadie llorará por mí! ¡No le haré falta a nadie!

Reía de satisfacción pero sentía mis lágrimas recorrer mis mejillas mientras me apoyaba contra la reja del puente.

Es que era frustrante, a pesar de aliviarme de no dañar a nadie con mi decisión, sí quería que llorasen por mí.

Observé el cielo desesperanzado, ¿puedes oírme, Dios? ¿Querrás verme la cara una vez muerto?

¿Existes, siquiera? ¡Porque no entiendo para qué me diste la vida si iba a terminar siendo así!

La desdicha de alguien que muere solo.

Me levanté y limpié mis lágrimas. Lo que le había hecho a esa persona, no tenía nombre. Le maté, prácticamente. Quizá podía superar mi desdicha, quizá podía aprender a vivir así. Pero luego de haber dañado tanto a alguien...

Cada respiración dolía.

Ya no quiero más.

Me levanté sobre la baranda que resguardaba el puente y subí mis piernas sobre él. Podía sentir alguna que otra mirada, pero ninguna iba a venir a detenerme.

Quería que me detuvieran.

No quería que lo hicieran, ¿qué haría si me lo impedían?, ¿por qué razón iba a luchar?

No sabía lo que quería, solo quería sentirme bien, pero eso ya no era posible.

Boté un último suspiro que dejaría mi aliento traducido en vapor. Me había vuelto insensible al frío, y a muchas otras cosas más.

Di el paso adelante, pero realmente me había resbalado. Pude jurar que en un milisegundo me había arrepentido. Mientras descendía a merced de la gravedad, pensaba en ¿qué había hecho? ¡¡Maldición!! ¡¿Por qué lo había hecho?!

¡¡No quiero!! ¡No quiero morir!

Pero cuando aterricé en el agua y me hundí lentamente; cuando ya no podía respirar, sentí la paz y aquel arrepentimiento se esfumaba. Sonreí mirando hacia la luz de la luna que podía ver iluminada bajo el agua.

Era un paisaje tan hermoso que sonreí luego de mucho tiempo. Ya no me importaba lo que había dejado atrás, todas esas voces dentro de mi mente se habían callado para siempre. ¡Yo les había vencido!

La culpa se había agotado en mi último hálito de vida. Recordaba todo lo que había vivido, pero cada imagen que pasaba por mi cerebro acababa por olvidarse de mi memoria. La muerte alivianaba la carga, el agua ahogaba mis pulmones, ya no tenía miedo de qué vendría después.

De pronto estaba sintiéndome libre.

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